• 30 de marzo de 2024

Una agenda sin contenidos

Una agenda sin contenidos

Por Juan Carlos Bataller

Leo los diarios. Miro televisión. Escucho las radios. Y advierto que la agenda que nos imponen está vacía de contenidos.

Todo es superfluo, transitorio, efímero.

Sáquele a un canal de noticias de Buenos Aires el repetido informe del tiempo, el tránsito, los cortes por piquetes, las noticias policiales y el deporte…

¿Qué queda además de las consignas pseudo periodísticas de los intereses políticos de cada medio?

De todo el esqueleto noticioso restan solo dos o tres huesos.

La agenda de cada día la hacen los medios, pero también las autoridades. Las organizaciones sociales, pero también la cultura.

Y lamento decirlo: hemos hecho una estructura sin alma, sin vocación, absolutamente vacía de contenido.

Preferimos hablar del “pete” que una chica hizo a un alumno antes que investigar a fondo los cambios que se están produciendo en la sociedad y en la educación.

Nos escandalizamos por los salarios que en algunas áreas paga el Estado pero eludimos hablar de la falta de formación intelectual de muchos concejales, diputados y hasta funcionarios y magistrados.

Publicamos los robos de cada dia –algunos no pasan de tres chorizos y medio kilo de carne molida– pero no investigamos quienes son los revendedores de todo lo que se roba, los verdaderos dueños del negocio?

Se llama a conferencia de prensa porque se encontraron 700 gramos de marihuana o nos regodeamos hablando de los centros de recuperación de adictos  pero vamos siempre atrás del problema, recogiendo víctimas, cuando lo verdaderamente importante sería saber quiénes están detrás del inmenso negocio de la droga y prevenir en serio el consumo.

Sí, mis amigos. La agenda nuestra de cada día está vacía de contenidos.

Creemos que educación sexual pasa sólo por lo genital o por repartir profilácticos y que todo se va a solucionar con una pastilla mágica llamada amor… que lamentablemente no está en venta en las farmacias.

La pobreza es siempre escandalosa en un mundo en constante progreso. Pero nadie se atreve a decir abiertamente que la pobreza –en la Argentina y en muchos países-,  ha perdido su dignidad y se ha transformado en un negocio  y que hay miles que lucran con ella y apuestan a que nada cambie.

Hablamos de los viejos como si se tratara de un tema laboral o de hotelería. “¿Es bueno o malo mandarlos a un geriátrico?”. “¿Deben jubilarse a los 65 o a los 70?”

Hablamos de los viejos como si se tratara de un tema laboral o de hotelería. “¿Es bueno o malo mandarlos a un geriátrico?”. “¿Deben jubilarse a los 65 o a los 70?”  No advertimos que ya no existe una pirámide poblacional sino un rectángulo y que los seres humanos van a vivir más tiempo como viejos que como jóvenes. Es absurdo dejarlos deambular por la vida o acallar la conciencia porque existe un asilo.

Seguimos hablando como en 1920 del ingreso libre, gratuito e irrestricto a las universidades sin tener en cuenta que el 80 por ciento de los ingresantes no termina, que se dictan algunas carreras que no tienen en absoluto futuro laboral, que el dictado de clases se hace en función del interés de los docentes en lugar del de los alumnos y que menos del cinco por ciento de la población activa de Argentina tiene un título universitario. ¿Por qué no nos planteamos en serio un proyecto de universidad ligado a un proyecto de país?

¿Podemos haber descendido tanto en el nivel de enseñanza como para que buena parte de las industrias y los comercios traigan de otras provincias a sus gerentes? ¿Puede haber influido tanto la prédica de sectores cargados de ideología como para que la mayoría de las empresas sanjuaninas sean creadas por gente que no tiene un título universitario mientras gran parte de los profesionales se plantea como única opción el empleo público, la cátedra o la emigración?

¿Por qué se hace tan poco en prevención de la salud, comenzando por lo más elemental: enseñar a comer y a preparar la comida y siguiendo por hacer obligatorios los kioscos saludables en las escuelas? Es mucho más barato prevenir que curar.

¿Quiénes participan en la planificación de nuestras ciudades? ¿Por qué tienen que ser tan feas las casas que construye el Estado?

¿Por qué San Juan no tiene un gran espacio que recuerde a las víctimas del terremoto y rinda un homenaje a la reconstrucción de la ciudad?

Somos la cuna de uno de los máximos próceres de la Argentina pero todo lo que rodea la Casa de Sarmiento –un sitio visitado por muchos turistas- es lamentable, hecho a las apuradas y sin aplicar ningún tipo de tendencias modernas. La belleza y alegría de la ciudad, nuestro hábitat, pareciera que no es tema común.

Sí señores.

La agenda nuestra debe elevar el nivel.

Comenzando por los temas que planteamos nosotros, los periodistas.

Podemos dar mucho más de nosotros y salir de las estrechas agendas que nos envían las decenas de oficinas de prensa oficiales.