• 6 de abril de 2024

La moderación no está de moda

La moderación no está de moda

Por Juan Carlos Bataller Plana

Desde hace varios
años, en Argentina no reditúa en lo político el dirigente moderado.Todo es blanco o
negro, derecha o izquierda, aplaudís todo lo que hago o sos mi enemigo.La peor crítica que se
le puede hacer a un dirigente por estos días es que sea componedor,
dialoguista, que busque tender puentes. Será catalogado como tibio, que no se
la juega, casi como pusilánime.

En Argentina impera la
política del sometimiento. Quien detenta el poder, lo ejerce sin
contemplaciones. La mayor crítica que se le hace a Mauricio Macri cuando fue
presidente es que no fue a fondo con lo que pensaba, se decidió por un
gradualismo que fue visto como debilidad. A Alberto Fernández nunca le van a
perdonar su tibieza. Los de un lado, tibieza por no defender el modelo que lo
llevó al poder, del otro lado, tibieza de no enfrentar a quien lo puso en el
cargo.

Si bien se sabe que lo
logrado por consenso, con acuerdos, con negociaciones, tiene más posibilidad de
trascender los tiempos, hoy no es posible pacto alguno. Ni siquiera en los 10
puntos clave que Milei quiere firmar el próximo 25 de mayo. Y no es posible por
la oposición, por los que están más al medio y por el oficialismo. En el fondo,
parece ser que todos están más cómodos representando a un sector de la
población.

¿Qué lugar queda a los
moderados?Al corto plazo, no
tienen mucho espacio. El tema más importante
es saber hacia dónde irá el pedido de la población. Hoy los Rodríguez
Larreta, los Losteau o los Schiaretti no tienen lugar en los primeros planos de
la política argentina. Mientras domine la bronca, no hay lugar en el centro.
Mientras mayor crisis hay, más extremas son las posiciones. Cuando la manta es
corta, el pensamiento que domina es cómo consigo quedarme con la mayor parte de
la manta, no se piensa en tejer más para que alcance para todos.

Para que los moderados
vuelvan a tener posibilidades, debe moderarse la crisis. Con el agua hasta el
cuello y subiendo, no cuestionamos que nos saquen de los pelos. Cuando ya
estamos a salvo, exigimos ropa seca, comida y buen trato. Recién con estabilidad,
hay un sector de la población que empieza a exigir calidad cívica, que se
preocupa por el respeto de las instituciones, que se fija en la división de los
poderes. Para eso, nos falta un
buen trecho de camino, todavía.