• 20 de abril de 2024

La libertad de expresión y los enojos del presidente

La libertad de expresión y los enojos del presidente

Por Juan Carlos Bataller Plana

Una de las noticias con gran repercusión esta semana, fue el anuncio de Jorge Lanata que va a denunciar penalmente y lo demandará en lo Civil al presidente Javier Milei.

El motivo, el presidente se enojó por una crítica de Lanata por la presencia del embajador israelí en la reunión de Gabinete y lo acusó de recibir sobres.

Es más, Lanata asegura que no persigue una finalidad económica e incluso, si se disculpa Milei, él termina todo al instante.

¿Está bien lo que hace Lanata? Para poder responder esto, primero hay que hacer algunas aclaraciones.

Por lo que dice Lanata, su finalidad no pasa tanto por defenderse él como por defender la actividad periodística.

Lanata remarcó la importancia de «frenar» los ataques recurrentes de Milei para que no se naturalice la violencia contra la actividad periodística y afirmó:

-Milei no actúa como presidente. ¿Qué es lo que yo espero? Espero aplomo, determinación. No me parece bien que una persona del nivel de un presidente insulte libremente. Está actuando de manera maleducada.

En una entrevista con Jorge Rial, Lanata pidió que

-Imaginémonos a un Milei en una crisis, ¿qué haría Milei en una crisis con el periodismo? ¿Hasta dónde podríamos hablar o no podríamos hacerlo? El problema de estas cosas, más allá de las acusaciones puntuales, es que genera autocensura en los demás.

Y agregó:

-Menem nunca dijo ‘Lanata es un coimero’ y debe haber estado caliente conmigo, porque le tiramos varios ministros. Pero había cierto respeto que se mantenía.

Todas las denuncias en los grandes casos de corrupción, salieron desde el periodismo. Son muy pocos los casos en los que los propios políticos van a la justicia. Y mucho menos los que investigan de oficio los fiscales o jueces. Cuando se generaliza y al que discrepa se lo acusa de “estar ensobrado” lo que se busca es desacreditar la actividad.

Con el pensamiento de Milei que, el que no opina como él está ensobrado, podría pensarse que el que habla bien de él es porque le paga. Y así no es la realidad. Al menos en la mayoría de los casos.

Las instituciones están en crisis desde hace años. Sólo hay que pensar en la Iglesia, los sindicatos, los políticos, la justicia… Y lo lamentable que se habla siempre en general. No se dice tal o cual, se engloba a todo el sector.

No hay dudas que hay periodistas ensobrados. Incluso están los que hacen cosas peores. Eso sí, cuando un funcionario ataca a “los periodistas”, busca terminar con uno de los sectores que controla al poder.

Sólo hay que pensar en los grandes casos de corrupción en los últimos años. Todas las denuncias salieron desde el periodismo. Son muy pocos los casos de corrupción en los que los propios políticos van a la justicia. Y mucho menos los que investigan de oficio los fiscales o jueces. Y cuando desde sectores de la política se busca meter a todos en la misma bolsa, en donde hablan de “periodismo” ligado a compra de voluntades, lo que buscan es desacreditar una actividad.

No es casual este ataque indiscriminado a la prensa.

Lanata, un periodista con espaldas para aguantarse presiones, busca imponer límites a quien pregona por la libertad absoluta.

Lo paradójico es que uno de esos garantes de la libertad que pregona el presidente es precisamente el periodismo.