• 25 de mayo de 2024

“Hay que pasar el invierno”

“Hay que pasar el invierno”

POR MARCELO DELGADO

En junio de 1959, el ingeniero Álvaro Alsogaray, ministro de Economía liberal del presidente Arturo Frondizi, en su discurso de anuncio de un fuerte ajuste de la economía, acuñaba la frase del título que fue recordada por muchos años.

Para el presidente progresista, la primavera ansiada y prometida no llegaría, y en marzo de 1962 sería derrocado por los militares.

“Pasar el invierno” era un desafío de las personas mayores que sufrían dolencias respiratorias y cardiovasculares entre otras, por los fríos de julio y agosto. Caña con ruda, entre muchas costumbres, eran ritos, para transitar sanos hasta la primavera.

La historia económica argentina está plagada de inviernos y con muy pocas primaveras. Los ajustes no siempre llevaron a buenos puertos. En el periodo democrático, podemos recordar al presidente Alfonsín cuando se instauró el Plan Austral, pedir paciencia y apoyo; luego Carlos Menem con la convertibilidad; más tarde, en 2001, cuando llega Cavallo al gobierno del presidente De La Rúa, también se pidió apoyo para una pronta salida. Las crisis recurrentes y los ajustes posteriores estuvieron marcados por el miedo y la esperanza.

Javier Milei, un presidente distinto, frontal y jugado, no ocultó ni en campaña y menos en la gestión, la necesidad de realizar un ajuste profundo, y sus primeras decisiones se concentraron en esa tarea. Entre los cercanos, la pregunta desde el comienzo fue: ¿Cuánto tiempo nos banca el pueblo, para que el ajuste provoque los primeros resultados positivos, para que se produzca la recuperación? Pregunta que Frondizi le hizo a Alsogaray y cada presidente a su gabinete. Las primeras respuestas no se refirieron ni al tiempo ni a estaciones, sino que se focalizaron en la maduración de procesos, como la posibilidad de eliminar el cepo, bajar la inflación, encaminar el tema de la deuda externa, lograr el equilibrio fiscal y comenzar con una profunda reestructuración del Estado Nacional.

Con estos insumos debería encaminarse la macro economía primero y luego, por efecto virtuoso, los agentes económicos se encargarían de motorizar la microeconomía, mediante la inversión y el desarrollo de las cadenas productivas, comerciales y de servicios. Los más optimistas entonces, calculaban que abril podría ser el mes del cambio de tendencias, mientras que otros del entorno, advertían al presidente de la potencial merma de apoyo popular de las medidas, si se prolongaba en el tiempo la recesión, el desempleo y deterioro de los salarios. La agenda más íntima de Milei enciende las alarmas a partir del mes de junio, donde deberían comenzar a verse los primeros resultados que marquen un cambio sostenido de las tendencias, y se aceleren los cambios estructurales, que, según su visión, necesita la Argentina. Sin embargo, la agenda del Congreso aún no arranca, los gobernadores tienen fuertes dificultades para enfrentar el ajuste, las inversiones esperan marcos legales e instrumentales más sólidos y de largo plazo; y las reformas estructurales, están a expensas de la justicia.

La pregunta es: “¿Llegará finalmente la primavera, o todavía nos queda un largo invierno?”