- 15 de junio de 2024
Dos mundos, dos realidades


POR EDUARDO QUATTROPANI
Si de algo debe estarse seguro es que dos culturas, dos paradigmas, dos realidades difícilmente puedan coexistir bajo “el mismo paraguas” sin que aparezcan posiciones irreconciliables, sin que se produzcan colisiones inevitables.
Eso pasa, en lo conceptual, con los dos mundos que conviven en el Poder Judicial; uno, donde la burocracia “asienta sus reales”, y el otro, el del Ministerio Público Fiscal, donde la acción, el ya, el informalismo y la desburocratización constituyen la piedra basal de su deber ser.
Al primero de esos dos mundos le cuesta entender que una Unidad Fiscal debe, sí o sí, trabajar las 24 horas todos los días, pero más le cuesta asumir que para ello debe contarse con personal suficiente, sin perjuicio de simular entenderlo en discursos que hacen agua por donde se los mire.
A ese mundo plagado de las más bellas frases sobre la protección de niños, niñas y adolescentes y de lucha contra la violencia de género, le cuesta horrores aprender todo lo que debe hacerse inmediatamente de recibirse una denuncia y, en ocasiones, parecería que creen que todo “es mágico”, que “es soplar y hacer botellas”.
El aparato administrativo de ese mundo todavía cree que se solucionan las cosas mediante la marcación de la asistencia, llenando planillas con pseudas estadísticas, o poniendo a administrar a quienes de derecho no tienen ni idea.
Ese mundo burocrático ha convencido de que es lógico que, bajo su dominio, estén drones y lectoras de celulares, que sólo se podrían ocupar para “jugar carreritas” en los patios del Complejo Forense.
Ese mundo burocrático, apañado por un ex-Cortista, pretendió instalar que la aparatología con que se inició el Complejo la trajo la cigüeña y no que la donó el Consejo de Fiscales para democratizar la prueba científica, pero, claro está, en San Juan somos tan “pícaros” que a esa prueba la produce personal dependiente de la Secretaría Administrativa. Lo bueno es que nadie se pone colorado.
Ese mundo burocrático, esa burocracia administrativa, parece creer que es posible fijarle horario a la ocurrencia de ilícitos y que todo lo que ocurra desde las 13:30 horas de un viernes puede esperar hasta el lunes próximo.
El otro mundo, el del Ministerio Público Fiscal y Tutelar, se apega al mundo de las realidades, reconoce que trabaja con situaciones que no admiten esperas ni burocracias paralizantes.
Ello es tan así que armar un aparato administrativo en el Ministerio Público Fiscal y Tutelar al estilo del existente en “el otro mundo” sería tal como aniquilar su naturaleza.