• 25 de mayo de 2024

Ellos, los simplificadores

Ellos, los simplificadores

Por Juan Carlos Bataller

Pareciera que cuanto más compleja se nos hace la vida, más grande es la tentación de enfrentar esa complejidad con soluciones de simplificación primitivas que ofrecen algún principio único como panacea.

Cualquiera sea el tema en discusión, siempre aparecen ellos, los fundamentalistas, los simplificadores.

—Hay que matarlos a todos—, dicen refiriéndose a los delincuentes.

Y ahí termina el tema. No hay necesidad de análisis, de estudio, de experiencias, de resultados concretos en los países donde se aplicó la pena de muerte.

—Hay que reducir la edad de inimputabilidad—, sostienen hablando de la delincuencia juvenil.

Y es en vano preguntar si existen lugares donde recluir a los menores que delinquen, programas de readaptación, policías, jueces y defensores especializados en el tema.

-Ramal que para, ramal que cierra- dijo un ex presidente condenándonos a una realidad sin trenes.

-Hay que terminar con los excesos en organismos del Estado-, dicen no sin razón los que quieren mejorarlos pero inmediatamente surgen los simplificadores queriendo eliminar el CONICET, el INCAA, el INTI, el INV y hasta el INTA.

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Los simplificadores son siempre peligrosos. Viven una realidad que sólo está en sus cabezas.

Un ejemplo puede ser el terrorismo, que es en sí una terrible simplificación.

Tan terrible que se reduce a algo sumamente simple como imponer la verdad por medio del terror.

Y lo más grave es que generalmente sólo obtiene otra respuesta simplista: la del terrorismo de Estado

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Otro ejemplo lo tenemos con las expresiones antimineras.

La defensa de la ecología es un tema complejo que impone la modificación de pautas culturales, hábitos, costumbres.

Todos debemos ser ardientes defensores de la ecología.

Pero eso supone indignarnos por quienes tiran basura en cualquier parte o circulan con vehículos en mal estado que contaminan el aire y agravan el efecto invernadero o con la proliferación de bolsas de plástico no degradables que envenenan el paisaje.

Ser ecologista significa hacer un boicot a los cementerios parquizados ubicados en las zonas altas  que contaminan las napas freáticas, no comprar gaseosas que vienen en botellas de plástico ni utilizar pilas no recargables ni fumar.

Significa hacer cerrar a industrias contaminantes del aire o aquellas que tiran residuos en cauces de agua.

Reducir toda la militancia ecologista a las explotaciones mineras o impedir el tránsito entre dos naciones por una pastera mientras se cierra los ojos ante todo lo demás es una simplificación que tal vez posibilite una existencia política para algunos pero que raya con lo absurdo.

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Es bueno desenmascarar a los simplificadores. Vivimos en un mundo complejo.

Y la vida en ese mundo exige soluciones complejas que son producto del debate, del análisis por estudiosos de cada tema

Si seguimos así, simplificando todo, escuchando la altisonante voz de fundamentalistas, nada positivo construiremos.

La discusión sobre la verdad seguirá perdiendo su sentido.

Y será muy difícil recuperar la verdad.