- 2 de noviembre de 2024
Salud: divino tesoro


POR MARCELO DELGADO
Gozar de salud no tiene precio, pero muchas veces tiene un altísimo costo. La atención médica en el mundo demanda un promedio del 10% del PBI de los países y, además, insume un 5% adicional en el bolsillo de las personas. Es decir, que cuesta aproximadamente el 15% de todos nuestros ingresos en promedio.
Las innovaciones tecnológicas, la industria farmacéutica, los avances científicos, entre otros factores, han desplegado múltiples opciones diagnósticas y terapéuticas, que cada año mejoran la sobrevida de las personas y su expectativa de vida, tanto en cantidad de años como calidad de existencia. El cáncer, detectado en estadios tempranos, tiene alta probabilidad de cura o de transformarse en una enfermedad crónica. Los procedimientos quirúrgicos mínimamente invasivos tienen efectividades altas, con bajo riesgo, y permiten resolver patologías que, hasta hace poco, costaban vidas o dejaban secuelas y restricciones en las personas.
Por otra parte, el avance de la prevención ha multiplicado las opciones de inmunizaciones (vacunas), conductas de cuidado, conciencia del impacto en los hábitos alimentarios, actividad deportiva – recreativa, medicación complementaria, entre varias estrategias para cuidar la salud, o extender el tiempo de llegada de la enfermedad.
Sin lugar a duda, la suma de estos factores es una excelente noticia. Sin embargo, la contracara de la moneda es un crecimiento constante o exponencial, del gasto sanitario. En esa expansión, también se ha producido un fuerte desbalanceo en favor de la industria y en detrimento de las tareas del equipo de salud. Los profesionales cada vez cobran menos y gastan más. Su lapicera es como un bisturí, que talla profundo en las grietas del sector.
En este contexto, vamos a analizar la situación en nuestro país. A los desafíos globales, descritos anteriormente, se le suman que en Argentina tenemos más de 200 obras sociales y prepagas, que el Sector Público asiste al menos un 45% de la población y que el acceso a la atención sanitaria es una nueva brecha social.
Desde que comenzó el gobierno de Milei, las prepagas, particularmente, desafiaron al gobierno, aprovechando la desregulación del Decreto 70 / 2023 para incrementar las cuotas por encima de la inflación. Intimados a devolver lo cobrado en exceso, nunca restituyeron. En esta semana, lejos de “ponerlas en caja”, les regalo el decreto 955/2024, mediante el cual crea un registro para Agentes del Seguro de Salud (Obras Sociales y Prepagas), que se inscriban para recibir monotributistas: y la Resolución 3924/24, de la Superintendencia de Seguro de Salud, que habilita los planes cerrados para la prescripción de tratamientos y medicamentos de alto costo. A los independientes, que en régimen simplificado del monotrotributo pagan la Obra Social, y a los dependientes que destinan parte de sus ingresos para una prepaga, les acotan sus derechos a la atención sanitaria. En vez de optar por la gestión y el control, se eligió la restricción y el ajuste. Un golpe certero a un ciudadano que poco recibe del gobierno, y que ahora enfrenta un nuevo desafío: “cuidar la salud”.