- 22 de marzo de 2025
Replantear el sentido de la educación

Lo que denominamos Inteligencia artificial está desnudando realidades que venimos arrastrando desde viejos tiempos. Una de ellas es la referida a la formación de los recursos humanos.
Pensemos que, a diferencia con el mundo de las cosas, la formación de los recursos tanto en profesiones como en oficios lleva años. Y, al menos por ahora, el futuro es una gran incógnita.
Estamos en un mundo donde la educación no ha tenido, precisamente, éxitos masivos. En algunos casos por ignorancia, en otros por comodidad.
Lo concreto es que se ha transferido el centro de la educación, del alumno al docente. Una prueba son los horarios de enseñanza – aprendizaje, algo que en tiempos de internet debería tener un avance mucho más importante.
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Pero también hay problemas conceptuales que es importante repasar.
El primero es que el maestro enseña y el alumno aprende.
O sea que en una etapa de grandes cambios al primero que hay que actualizar es al docente. Al menos si queremos que quede al frente del sistema.
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Pero hay otras cuestiones.
>¿Quién dijo que la educación debe ser fácil?
>¿Quién inventó la mentalidad de que los padres tienen derecho a tomar una escuela porque hay un vidrio roto o falta lavandina?
>¿Podemos seguir utilizando la paralización de actividades como argumento de presión? Miren que los celulares e internet siguen funcionando…
>¿Quién les metió en la cabeza que es sólo responsabilidad del Estado la educación de nuestros hijos?
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Repetimos estupideces como que no hay que calificar a los alumnos porque eso puede traumatizarlos.
¡Como si en el mundo real y en cualquier sistema político y sea cual fuere el país donde vivan no tendrán que competir!
Una falacia tan grande como la que sostiene que el sistema educativo tiene que nivelar, naturalmente tomando como referencia a los que vienen más atrás.
Señores, la educación no puede nivelar para abajo.
Lo lógico es ayudar a los más lentos para que alcancen a los más rápidos, no detener a estos para que todos vayan igual. Es lo que haría cualquier entrenador de atletas, cualquier agricultor con sus tierras, cualquier tecnólogo con sus creaciones.
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Estamos tan extraviados que hemos llegado a creer que en nombre de la autonomía las universidades podían convertirse en islas ajenas a la realidad del país. Un coto donde un alumno puede demorar 15 años en recibirse, donde un 50 por ciento deserta en el primer año, donde poco sabemos sobre lo que dicen investigar pues nada se publica y donde los egresados no tienen responsabilidades con las universidades ni con el Estado que los formó gratuitamente siendo que el 95 por ciento de la población que financia esos estudios nunca pudo pisar una universidad.
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Tenemos la oportunidad de replantearnos el mundo de la educación a partir de los avances tecnológicos, no oponiéndonos a los cambios.
Lo primero es aceptar lo que no funciona.
Lo básico es recuperar la lectura, la comprensión de lo que se lee, la capacidad de realizar operaciones matemáticas básicas.
Pero también el sentido de la educación.
Hoy, entremezclados con los profesionales serios hay abogados que creen que la justicia es una ficción y lo que importan son las argucias legales, médicos que atienden un paciente en cinco minutos, contadores especializados en evasión de impuestos, periodistas que creen que la libertad de prensa sólo sirve para tener más privilegios, funcionarios que llegan a pensar que el Estado son ellos.
Y ni hablar de oficios con operarios formados en una semana
Así nos va.