• 26 de octubre de 2024

¿Quedan lugares en la vida?

¿Quedan lugares en la vida?

Por Juan Carlos Bataller

—Oiga… ¿quedan lugares disponibles?

La pregunta recorre hoy el mundo. Se escucha en Japón, en Alemania, en los Estados Unidos y en San Juan.

La  formulan cientos, miles, millones de personas que aspiran conseguir un trabajo, un medio para ganarse la vida, un lugar en la sociedad.

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—Tenés que estudiar. Un título abre todas las puertas.

La afirmación la hemos escuchado mil veces. La hicieron nuestros abuelos y nuestros padres. Y también la repetimos nosotros a nuestros hijos.

Pero… ¿es esto así?

—No, no es así. No abre todas las puertas. Pero lo que está claro es que sin conocimientos ninguna puerta se abrirá.

Y cuando hablamos de conocimientos nos referimos a los actuales y a los que irán surgiendo a una velocidad cada vez mayor.

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Hace rato que está en marcha un ritmo de cambios que avanza sin pedirnos nuestra opinión.

Es la cara fea de esta «globalización», de esta era tecnologíca.

Cientos de ocupaciones están desapareciendo.

Y las que surgen exigen cada día mayor preparación.

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Hubo un tiempo en el que la agricultura y la economía de subsistencia no dio abasto para alimentar las millones de bocas que se sumaban al mundo.

Fue la industria la que creó esos millones de puestos de trabajo que la humanidad reclamaba y fue así como las líneas de producción comenzaron a funcionar bajo reglas más estrictas y basadas en trabajadores que necesitaban otro nivel de preparación.

Esa industria que necesitó un desarrollo minero que la sostuviera y un motor energético que la impulsara representó un inmenso salto cualitativo en la humanidad.

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La industrialización y su mejor calidad de vida dieron paso al desarrollo creciente de los servicios que iban desde el transporte al sistema bancario, desde los seguros al turismo, desde la medicina a los espectáculos y el deporte.

Actividades todas que necesitaron un personal con otra calificación. Al mameluco se sumaba el traje, al oficio una creciente profesionalización..

Y con ello fue necesaria una mejor educación, una formación cada vez más específica

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Y llegamos a nuestros días donde nuevamente desaparecen trabajos relacionados con la agricultura, la industria y –cada vez más- los servicios.

Alimentados por un rápido proceso de globalización cambió el mundo del espectáculo, del entretenimiento, del deporte

Ya son máquinas las que atienden muchos de los servicios bancarios, de turismo, de comunicación, de la burocracia estatal, de la educación.

Durante algunos años el Estado creó puestos de trabajo muchos de ellos absolutamente innecesarios pero que disimularon la creciente desocupación en países de desarrollo medio.

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Hoy se presenta ante nosotros un mundo nuevo, con miles de posibilidades pero que necesitará una formación mucho más específica para los futuros emprendedores, para los profesionales, para los oficios, para los educadores.

Algo está claro; no podemos quedarnos en el andén esperando un pasado que no volverá. Ni tan siquiera un presente que se modifica cada mes, cada día, cada minuto.

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Volvemos al comienzo de la nota: ¿Quedan lugares en la vida?

Seguro que queda, Pero cada día será más difícil conseguirlos sin una preparación adecuada.

Entendamoslo bien: ya no alcanzan las palabras.