• 19 de octubre de 2024

¿Qué somos los sanjuaninos?

¿Qué somos los sanjuaninos?

Escribe Juan Carlos Bataller

Vamos a suponer que viene un extranjero y nos pregunta:

-¿Qué son los sanjuaninos?

O mejor:

-¿Cómo son los sanjuaninos?

Podemos comenzar por la geografía, explicando que sólo ocupamos el 2% del territorio. El resto es desierto.

Vivimos pegados a la cordillera, lo que implica que somos una provincia terminal. ¿Qué significa esto? Que sólo nos visitan quienes vienen especialmente. Por lo que nuestra cultura no se enriqueció con el aporte de otras culturas en la misma medida que ocurrió con aquellas ciudades que son de paso.

Pero así como el desierto y el hecho de ser provincia terminal nos marcó a todos, también influyó el origen de nuestros inmigrantes.

La suma del aislamiento, más el desierto, más el monocultivo nos fue dando un tipo de sociedad que es característico y que se repite en todo el mundo. ¿O acaso Andalucía en el sur español o Sicilia en el sur italiano no tuvieron a lo largo de su historia características similares a las nuestras y sólo pudieron modificarlas cuando lograron romper ese círculo tan peculiar?

A esto debemos sumar la presencia muy fuerte del espíritu religioso, tanto de las iglesias tradicionales como de una especie de “espíritu mágico”. Los que nos llevó a creer en soluciones mágicas para nuestros problemas. Así, una promesa podía hacernos aprobar un examen, un curandero podía ser más efectivo que un médico, un buen año podía salvarnos a todos económicamente.

Para colmo, nos marcaron las contingencias telúricas y climáticas.

Un sitio donde un terremoto podía destruir todo en contados minutos, donde el viento Zonda podía transformar el invierno en verano en pocas horas, donde las diferencias de temperatura entre la siesta y la noche podían hacernos enloquecer el ropero por no saber qué ponernos.

Así fue naciendo una especie de “fatalismo”, un fenómeno típico de los pueblos del desierto sometidos a los fenómenos naturales y adeptos a ese “espíritu mágico” al que hacíamos mención: lo que tiene que pasar, pasará.

Que si usted lo traduce podría decir: “¿Qué te vas a calentar, si todo seguirá igual”.

Así se fue haciendo esta sociedad sanjuanina.

Una sociedad donde las madrugadas de los fines de semana es habitada sólo  por jóvenes y remiseros mientras los mayores duermen plácidamente.

Una sociedad capáz de discutir apasionadamente –en un marco de delirio- cuanto dejará la minería antes de que lleguen los inversores; o si se deben o no repartir profilácticos; o si la educación a distancia es buena o mala independientemente de que miles de jóvenes ya estudian y se reciben en lejanas universidades; o si el turismo vendrá cuando tengamos más vuelos y hoteles o tendremos más vuelos y hoteles cuando venga el turismo; o si los boliches deben cerrar a las 5 o a las 6 de la mañana…

Es cierto que muchas cosas confluyeron para que así se fuera haciendo esta sociedad.

Pero no es menos verdadero que hoy el satélite penetra en nuestras casas y nos trae otras culturas, el teléfono nos comunica con el mundo, el aire acondicionado y la calefacción nos morigeran el clima, la economía se globaliza y nos obliga a diversificarnos y el hierro y el cemento nos dan seguridad ante cualquier sismo…

Ante eso no podemos hacernos los distraidos y continuar con nuestro pensamiento mágico, nuestro fatalismo, nuestro aislamiento.

O peor aun creer que nada cambiará ante la presencia de fenómenos tan poderosos como la inteligencia artificial, la globalización, el trabajo y la educación a distancia, los grandes adelantos tecnológicos…

Nos guste o no, queda en pie la pregunta: pero además de todo eso… ¿que más somos?

Y es entonces cuando nos preguntamos: ¿No habrá llegado la hora de buscar nuestras esencia debajo de esta imagen de ciudad moderna con veredas anchas?

¿No habrá llegado la hora de dejar de lado discusiones estériles sobre temas que ya no discute el mundo y sentarnos a conversar seriamente sobre el tipo de provincia que tenemos y el que debemos lograr para ocupar nuestro espacio en el mundo?

¿No será hora de pasar de ser proveedores de materias primas y prepararnos para el salto a la economía del conocimiento?

De pronto vemos cientos de camiones que salen de San Juan llevando minerales, tomate, aceituna. Uva…

De pronto vemos que el equipo de San Martín  -unico representante en el futbol profesional- está integrado por ignotos jugadores foráneos…

De pronto nos vemos esperando que lleguen las grandes inversiones discutiendo del Rigi pero sin preparar las empresas y el elemento humano necesario para aprovechar ese momento.

De pronto vemos una ciudad poblada por camionetas 4×4 pero no en tareas productivas sino en su mayoría propiedad de funcionarios públicos o judiciales…

De pronto nos vemos discutiendo de salarios pero no de educación…

De pronto nos apasionan los fenómenos meteorológicos… para saber si se suspenden o no las clases.

De pronto nos vemos leyendo las largas listas de postulantes a puestos públicos con estabilidad asegurada…

De pronto queremos saber cuando abre el camino por Agua Negra no para esperar el turismo sino para irnos de vacaciones a Chile…Es entonces cuando advertimos que es difícil explicar qué somos los sanjuaninos.