- 22 de febrero de 2025
Preocupante aumento de la demanda de consultas en salud mental

Los casos de suicidio o intento de suicidio están claramente relacionados con los pedidos de atención insatisfechos
Existe un aumento en la demanda de consulta en salud mental , que es muy mucho más que psicología y psiquiatría. Siempre digo lo mismo pero parece que no todos lo entienden. Así que lo seguiré diciendo.
Aumenta la demanda de salud mental y el sistema de salud no está preparado para dar respuesta y no puede satisfacer esta demanda. Aumenta la demanda, y a la gente con crisis de salud mental les dan turno a uno, dos y hasta tres meses para una primera entrevista. Y los dejamos con ese dolor dando vueltas, y no se mide el riesgo de no calmar ese dolor.
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Que pasaría si el sistema y sus integrantes pudieran ver cuantas de esas consultas no satisfechas terminan en muerte? Asusta pensar que el suicidio aumenta, y más nos asusta cuando pasa cerca nuestro. Y el aumento de los casos de suicidio e intento de suicidio está claramente relacionado con la demanda insatisfecha de salud mental.
Pero el sistema de salud no hace lo mismo con la gente que tiene un dolor de pecho, o una neumonía. A esos si se los atiende, se los interna, se los cuida, y se trabaja para evitar la muerte (a veces se logra, otras veces no). A esos se les pone código rojo!!! A los que tienen el mismo dolor pero no registrable en un electrocardiograma se los deja sentados esperando por horas, días, meses.

“Tenemos un sistema de salud que a nivel local y mundial sigue considerando que los padecimientos de salud mental son ajenos a la medicina y son exclusivos de la psiquiatría y la psicología”.
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La gente no elige de qué se enferma ni elige lo que padece. No aumenta la demanda porque si; aumenta la demanda de salud mental (no de psiquiatría ni de psicología) porque el mundo actual genera síntomas casi permanentemente. Genera síntomas al mostrar pautas de «normalidad» inexistentes. Al dividirnos por creencias, color, status económico, etc.
El problema radica en algunas cuestiones para mi bastante evidentes (especialmente a 5 años de la pandemia COVID) y para solucionarlas se requiere de cabezas abiertas (complicado), educación de grado en las carreras de la salud dirigida a la totalidad de la persona y no a la parcialidad de sistemas, edades u órganos, y mucho tiempo.
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Tenemos un sistema de salud que a nivel local y mundial sigue considerando que los padecimientos de salud mental son ajenos a la medicina y son exclusivos de la psiquiatría y la psicología. Y que la especialización es necesaria para tratar casos que la mayoría de las veces se solucionan con un poco de escucha, un apretón de manos, un abrazo, un té o un sándwich.
No hace falta especialización para ser humano, pero es cierto que no todos los profesionales de la salud tienen la misma posibilidad de manejar situaciones de crisis de salud mental, y no todos tienen empatía, desafortunadamente.
Es más, muchos humanos que no son médicos ni psicólogos resuelven a diario situaciones como estas que no llegan a un consultorio o un hospital. Por eso decimos que la red de salud mental está compuesta por todos los sectores de la sociedad (cultos, clubes, escuelas, etc)
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Otro problema es un sistema hospitalario/sanatorial con camas estancas designados a especialidades que muchas veces no requieren de internación más allá de algunas horas. Y así se dispone de todo lo necesario para llevar una cama, a camas vacías; y se deja a gente que sufre sin atención porque no corresponde a la especialidad que es dueña de la cama. Y un sistema de salud privado que juega al límite con los costos de la internación, dependiendo muchas veces de estudios complementarios para lograr que sea redituable. Y la cama de salud mental es básica en cuanto a recursos tecnológicos pero con alto consumo de recursos humanos.
A la gente con crisis de salud mental les dan turno a uno, dos y hasta tres meses para una primera entrevista. Y los dejamos con ese dolor dando vueltas, y no se mide el riesgo de no calmar ese dolor.
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Otro problema es propio del subsistema tanto público como privado de salud mental. Primero una rivalidad ridícula entre la psiquiatría y la psicología en algunos momentos cuando se trabaja tan bien juntos. El olvido de lo imprescindible de enfermería y trabajo social en el trabajo interdisciplinario. Las dificultades para incorporar a los equipos a los acompañantes terapéuticos, los terapistas ocupacionales, musicoterapeutas, profesores de diversas áreas(arte, yoga, gimnasia, canto, música cerámica, y todo lo que se les ocurra) por la falta de cobertura en el sistema privado, o excesos de trámites burocráticos para lograr que los cubran; o porque el sistema público no se dio cuenta aún de lo necesario de estos profesionales. A esto se le suma la falta de dispositivos alternativos a una internación o a un ambulatorio simple para brindar atención.
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Los dispositivos grupales con base en la comunidad son imprescindibles para permitir el acceso de más personas al sistema de salud mental, tanto en la parte privada como en la parte pública.
Porque lo cierto es que está todo abarrotado. No ha colapsado aún, pero está cerca. Y somos el país con mayor densidad de psicólogos de latinoamerica seguro, y no se si del mundo!!! Y somos un país con costos accesibles para la psicoterapia comparado con otros países del mundo!
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La creencia por parte de los profesionales de la salud mental que para armar un dispositivo grupal o comunitario se requiere de infraestructura, plata, y un montón de trámites es también un freno. Pocos se animan a armar grupos, y a sostener. Porque deben ser espacios que no cierran por vacaciones, ni se suspenden por lluvia. La contención no sabe de clima ni de descansos. Por eso no sólo debe agruparse al que necesita contención sino que también deben ser grupos de personas los que coordinan estos espacios. Nunca se puede pensar uno de estos espacios desde el unipersonal.

“Las obras sociales deben entender que los servicios de salud mental son necesarios e imprescindibles para sostener la salud integral de sus afiliados”.
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A esto debemos sumar también que las obras sociales deben entender que los servicios de salud mental son necesarios e imprescindibles para sostener la salud integral de sus afiliados. Que sale más barato pagar las sesiones de psicoterapia y psiquiatría, e incluso los fármacos que son carísimos, que la internación en cualquier lado.
Y la gente, los usuarios, los pacientes, o como quieran llamarlos, y porque no, los medios de comunicación, deben entender lo mismo que las obras sociales. Pagar una consulta es invertir en salud, no es un gasto. No podemos decir que 20000 o 30000 es caro cuando te evita un sufrimiento. Y cuando existen cientas de terapias alternativas que cobran mucho más, sin ser dirigidas por profesionales de la salud y que muchas veces generan descompensaciones y brotes qué después debe arreglar el sistema de salud.
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Debemos entender que el problema está, y que la solución está disponible si, tanto el sistema de salud como los profesionales de la salud se animan a cambiar la mirada. Si yo, psiquiatra, durante la pandemia, aprendí a realizar evaluaciones respiratorias, a hisopar, y un montón de otras cosas, por qué no podría un médico clínico o emergentólogo aprender a contener verbalmente a un paciente angustiado, en lugar de perpetuar el sufrimiento con destratos, minimización del dolor ajeno, y mucho tiempo de espera innecesaria.

Lo que dejó el COVID
>Un estudio publicado en The Lancet reveló que luego de la pandemia hubo en el mundo 53 millones de casos de depresión más que antes de que irrumpiera el Covid 19. Los más afectados: los jóvenes y las mujeres.
>También, se registraron 76 millones de casos de ansiedad más.
>El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es otra secuela notable: muchos, especialmente aquellos que trabajaron en la primera línea durante la pandemia (por ejemplo, los profesionales de la salud), han desarrollado síntomas de TEPT después de haber estado expuestos a situaciones extremas, como ver morir a pacientes sin poder ayudarlos o tener que tomar decisiones éticamente difíciles. >Los síntomas incluyen flashbacks, pesadillas y el evitar constantemente cualquier cosa que les recuerde esos momentos traumáticos.
>La pandemia no es el único factor estresante en el tiempo reciente. Las guerras, los desastres naturales y otras crisis también contribuyen a un ambiente global de ansiedad, que varía según la exposición y la vulnerabilidad de las poblaciones en diferentes regiones.
>Según la OMS, aproximadamente un 25 por ciento de la población global experimentó un aumento significativo en problemas de salud mental, especialmente ansiedad y depresión, durante el primer año de la pandemia.
>Además de los trastornos mencionados, el fenómeno exacerbó las desigualdades en el acceso a la atención de salud mental. En muchos países y ciudades, los servicios de salud mental ya estaban sobrecargados, y la crisis sanitaria empeoró la situación. Quienes necesitaban apoyo, se enfrentaron a largas listas de espera o a la imposibilidad de acceder a terapias presenciales, situación que todavía persiste.
> Una encuesta de Unicef Agentina reveló que hacia el final del confinamiento el 55% de los adolescentes dijo sentirse peor: el 33%, angustiado; y el 22%, asustado.
