- 22 de marzo de 2025
Medicamentos: Derecho o condena


POR MARCELO DELGADO
En los últimos cincuenta años, la industria farmacéutica ha desarrollado moléculas para asistir a numerosas patologías, incluso aquellas que parecían ganarle siempre a la vida, como el cáncer, enfermedades infectocontagiosas como el “SIDA”, o enfermedades cardio vasculares, que cobraban vidas en edades tempranas.
Esto no solo provocó que crezca considerablemente la expectativa de vida, sino también la “calidad de existencia”, aún conviviendo con las dolencias. En los años 60, la esperanza de vida al nacer en el mundo no superaba los 56 años, mientras que hacia 2050 será superior a los 80 años.
La medicación no es la única causa, sino también el acceso a diagnósticos tempranos, otras terapéuticas complejas, estilos de vida, entre otros. Pero sin lugar a duda, los fármacos tienen una gran influencia en este proceso de mejora de la calidad de vida y sobrevida, a pesar de la enfermedad.
Una buena noticia, que incluso abre esperanzas a futuro, como la rehabilitación de personas lesionadas con sección medular, o enfermedades neurodegenerativas que hoy no encuentran alternativas de cura.
Nuestra Constitución Nacional, en los artículos 42 y 75, garantizan el derecho a la Salud, y en el artículo 4, protege el derecho a la vida. Luego numerosos tratados internacionales, de rango constitucional y leyes de la Nación, no sólo van en esa línea, sino que instrumentan el acceso, las coberturas de los sistemas protectivos, y las obligaciones del estado, en ese sentido.
Sin embargo, cuando una persona requiere la asistencia farmacéutica, comienza un laberinto, lejos de los preceptos constitucionales. En primera medida, el acceso está limitado a una importante burocracia, demoras y negativas infundadas. Por otra parte, el valor que deben abonar los beneficiarios, es creciente a tasas proporcionales. El gasto en medicaciones durante el siglo 21, creció más del 60%, y al mismo tiempo las dificultades en el acceso.
Por otra parte, los incentivos ocultos, así como los poderosos “premios” por las indicaciones y prescripciones, han provocado un abuso en los gastos de los sistemas sanitarios, al punto de ponerlos al borde del quiebre.
El “mercado” es un excelente mecanismo de asignación de recursos y fijación de precios, en un sistema de competencia perfecta. No es el caso de los medicamentos. Se requiere urgente, una intervención estatal, pero compartida con los agentes de seguro de salud, las asociaciones profesionales y los administradores de hospitales, clínicas y sanatorios, para que el acceso a los fármacos sea una garantía de nuestro “Sistema de Salud”, en ejercicio de los derechos fundamentales, y no una condena, como padecen muchas personas que tienen la oportunidad, pero no logran acceder.