- 14 de septiembre de 2024
Lo importante es el nombre

De pronto nos salen parientes en todas partes.
—¿Le cuido el auto, tío?
—¿La atendieron, madre?
—¿Va a llevar mandarinas, abuelo?
—¿Cómo andás, hermano?
—¡Cuidate, viejito!
También surgen subalternos.
—¿Le lustro, jefe?
O admiradores.
—¡Qué hacés, campeón!
Y ni hablar de la nueva moda en restaurantes:
-¿Qué se van a servir, chicos?
A todos ellos mi padre les respondía:
—Juan, me llamo Juan. Y si no quiere llamarme por mi nombre, dígame señor.
Tal vez sea una moda. O sólo producto de la ignorancia.
Pero realmente resulta molesto cuando un desconocido, nos dice madre, tío o abuelo.
Digámoslo claramente: yo soy abuelo de mis nietos, tío de mis sobrinos, padre de mis hijos, no tengo el cargo de jefe y nunca salí campeón a nada.
Muchos de estos absurdos nacen del mal periodismo.
Uno lee o escucha:
—Los abuelos del Hogar de Ancianos….
También podemos leer:
—Los abuelos que van a cobrar sus jubilaciones…
¡Ignorantes!
En el Hogar de ancianos se alojan ancianos no abuelos. Algunos tendrán nietos pero ese no es el requisito para vivir allí.
Y los que cobran la jubilación son jubilados no abuelos. A nadie le dan una jubilación por ser abuelo.
—Es más cariñoso decirles así—, me dijo una colega.
No, mi amiga, es simplemente ignorancia.
Otra “moda” de cierto periodismo es clasificar por edades a las personas.
—Un joven de 39 años fue atacado por una patota—, dicen las crónicas policiales.
—Un anciano de 68 años fue atropellado—, agregan otras.
Para ese tipo de periodistas, una persona de 39 años es “un joven” y una persona de 68 años es “un anciano”.
¡Han hecho desaparecer a los adultos!
Casi se pasa sin intervalo de la juventud a la ancianidad.
En estas elecciones escuchaba a un político decir:
—Nosotros los jóvenes…
Y el “joven político” tenía ya 45 años.
Ni siquiera pensó que Del Carril fue gobernador con 24 años, que Anacleto Gil asumió con 28, que Federico Cantoni lo hizo con 33 y que Américo García y Jorge Escobar tenían 38 años cuando llegaron a la gobernación.
Tampoco piensan que Buenaventura Luna murió con 49 años tras dejar una gran obra o que Mariano Moreno falleció con 32 tras haber integrado la primera junta patria.
Por el contrario, Konrad Adenauer fue canciller de Alemania con 86 años, el Papa viaja por todo el mundo con 87 Joe Biden cumplirá en noviembre 83 y Trump quiere volver a la Casa Blanca con 78.
Le pregunto a una psicóloga porqué hay gente que no puede mencionar a una persona sin agregarle un calificativo por la edad.
—Es muy sencillo, en el inconciente, le temen a la muerte. Esto es común en gente que se acerca a los 40 años.
—¡No diga!
—Por eso, ese tipo de personas habla de jóvenes de 40 años, como si se tratara de bebé de pechos y no de hombres hechos y derechos que ya llevan 15 o 20 años de recibidos, son casados, tienen hijos y algunos hasta pronto serán abuelos.
—¿Y por qué llaman ancianos, sexagenarios o sencillamente viejos a quienes pasan los 60?
—Lo hacen como una forma de marcar diferencia con ellos. Es como decir, “yo soy joven y no me voy a morir”.
Si nuestra amiga psicóloga tiene razón, el periodismo está superpoblado de temerosos a la muerte.