• 3 de agosto de 2024

La pesca ilegal en aguas argentinas sigue sin control

La pesca ilegal en aguas argentinas sigue sin control

Barcos extranjeros se llevan el equivalente a dos años de exportaciones vitivinícolas

Es muy extraño. Pero pasan los gobiernos y nadie pareciera interesarse por el saqueo que barcos chinos, coreanos, taiwaneses y españoles hacen en el mar argentino.

No hace mucho tiempo, un documento titulado  “Redes sospechosas: descubriendo las empresas e individuos detrás de la pesca ilegal a nivel mundial” detalló  quiénes son los responsables de la depredación de los mares: más de la mitad, el 54,7%, de este tipo de pesca se hace desde barcos industriales y semindustriales “con bandera asiática”, en particular China.

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La pesca Ilegal, no declarada y no reglamentada, o IUU por su siglas en inglés, es uno de los conceptos clave del impactante informe global sobre pesca que acaba de Financial Transparency Coalition (FTC) que declaraba que “las 10 principales empresas involucradas en la pesca ilegal son responsables de casi una cuarta parte de todos los casos denunciados, ocho son chinas.

Y en un apartado titulado  “Pesca ilegal sin control” decía: “se estima que la pesca IUU en aguas territoriales argentinas genera pérdidas de entre USD 1.000 millones y 2.600 millones cada año. Considerando que las exportaciones anuales de vino embotellado fueron de USD 817 millones en 2021, la pesca ilegal es más del doble del tamaño de la industria vitivinícola argentina. El calamar, el principal objetivo en el país y una especie estratégica en la cadena alimentaria y la biodiversidad, está provocando un colapso a gran escala en los sistemas de vida marina en el Atlántico Sur”, dijo el FTC.

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El trabajo detalla que Argentina tiene una de las áreas pesqueras más importantes del mundo, con una gran abundancia y diversidad de vida marina que incluye más de 330 tipos de peces, casi 120 especies de aguas profundas y una gran variedad de invertebrados. “La industria pesquera comercial del país genera un impacto económico de USD 2.700 millones al año y representa el 3,4 por ciento de su PBI. La industria está impulsada por cuatro especies que representan el 75 por ciento de la pesca total del país: calamar, merluza y camarones. La pesca del calamar es la segunda más grande del mundo por volumen”, describe el informe.

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En 1998 se promulgó la Ley Federal de Pesca y el Congreso delegó funciones de orden, control y regulación al Consejo Federal Pesquero (CFP), más allá de las legislaciones provinciales, del sistema de cuotas pesqueras vigente y de la Zona Económica Exclusiva del país para la pesca que se extiende hasta 200 millas náuticas de la costa.

“Las flotas que operan en la milla 201 enarbolan en su mayoría banderas de China y Taiwán, Corea del Sur y España. Estas embarcaciones se posicionan en el límite exterior con el objetivo de ingresar a pescar especies como calamar y camarón rojo argentino dentro de la ZEE, y muchos apagan sus sistemas de rastreo satelital durante períodos prolongados, cruzando nuevamente la milla 200 hacia alta mar cuando son detectados por la guardia costera”, se explica.

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Según datos de la Armada Argentina citados, desde hace años un promedio de 300 a 400 pesqueros entran en la ZEE a realizar actividades de pesca ilegal, pero recientemente la cifra aumentó a 500 o 600 embarcaciones. También se mencionan los escasos recursos para patrullaje de la Armada y Prefectura.

Los barcos ilegales usan en general la modalidad “transbordo” en la que transfieren sus cargas a otros que, a su vez, los reponen con combustible y alimentos en aguas internacionales, lo que les permite permanecer en el mar por largos períodos. El FTC explicó que en 2020 el Congreso argentino aprobó un nuevo sistema de multas con un piso de USD 300.000 y un máximo de USD 1,75 millones. El esquema permite la captura y retención del buque en puerto hasta que se efectúe el pago de la multa. En el año de su sanción, la nueva ley permitió la captura de tres naves y cobrar multas por USD 2,91 millones.

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También se destaca que no se trabaja debidamente para identificar a los reales dueños de las embarcaciones. “En cuanto a las nacionalidades de los beneficiarios reales de las embarcaciones IUU que identificamos, seis eran chinos, tres de Corea del Sur, dos de España, uno de Portugal y otro de Japón, con cuatro buques desconocidos aunque probablemente sean chinos dado que tenían bandera de ese país. Curiosamente, uno de estos buques, el Jing Hua 626 capturado por las autoridades pescando ilegalmente en 2018 pertenece a una empresa, Yantai Beijing Deep-Ocean Fishery Company, propiedad del gobierno chino”, cierra el capítulo local del demoledor informe.

Según el reporte del Departamento de Estado de Estados Unidos, entre 2013 y 2020 “un promedio de un marinero muerto por mes se ha asociado a barcos chinos y taiwaneses que atracaron en el puerto de Montevideo y en aguas de Uruguay.

Montevideo tiene un régimen de puerto libre. Según el Instituto Nacional de Logística de Uruguay, este tipo de puerto tiene espacios aduaneros portuarios en los que rigen regímenes fiscales y aduaneros especiales, incluyendo la libre circulación de mercaderías, sin exigencia de autorizaciones ni trámites formales”.

Montevideo es el polo logístico y de reabastecimiento de los pesqueros que operan en el Atlántico Sur. Tiene un régimen legal muy laxo en el que cualquier carga que pasa por el puerto no puede ser registrada, no paga impuestos de importación y exportación. Está como en tránsito, hay como una especie de limbo que también funciona en connivencia con el gobierno de Uruguay.

El puerto de Montevideo está clasificado por organizaciones internacionales como el segundo puerto en el mundo que más buques de trasbordo recibe, básicamente de las flotas que operan en el borde exterior de la Zona Económica Exclusiva Argentina. Esos buques de transbordo son un factor esencial para que se desarrolle la pesca ilegal no declarada y no reglamentada en el Atlántico Sur”.

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El trasbordo se hace a través de reefers, grandes barcos con cámaras frigoríficas que se acercan a los pesqueros y llevan la pesca al puerto lista para despachar. También acercan suministros de ser necesario. “Eso permite a las flotas más tiempo en el mar y esto impacta en el ecosistema marítimo de la Argentina”, marcó Testa.

La pesca indiscriminada de calamar y merluza no solo afecta a esas especies, sino que impacta sobre toda la cadena trófica del mar patagónico, que incluye gaviotas, ballenas, pingüinos y focas.

Por legislación internacional, toda actividad que ocurra detrás de la milla 200 está completamente desregulada. Son aguas internacionales de libre pesca. La Argentina solo puede actuar si los barcos cruzan a la zona económica exclusiva local y solo puede poner topes de captura o tiempos de pesca a su flota. Sin embargo, el ecosistema no reconoce fronteras.

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En el puerto de Montevideo, muchos barcos aprovechan para hacer trasbordos irregulares, pero también para descargar especies en peligro de extinción, indebidamente pescadas o incluso a personas heridas o muertas.

Según el reporte del Departamento de Estado de Estados Unidos, entre 2013 y 2020 “un promedio de un marinero muerto por mes se ha asociado a barcos chinos y taiwaneses que atracaron en el puerto de Montevideo y en aguas de Uruguay. Los trabajadores extranjeros a bordo de estos buques suelen ser sometidos a abusos, esclavitud y trabajo forzoso”.

“A bordo de los barco de pesca chinoos  trabajan 20 horas diarias, sin lugar donde dormir, ni asearse. En donde los castigan, no les dan de comer o de tomar. Están amenazados y el captor les dice que si dicen algo van a lastimar a sus familias”.

Una nota de TN es  indicativa de lo que es hoy un barco pesquero.

Jorge Moreno es secretario de Pesca del gremio de Unión de Trabajadores de Transporte (UTT) en Uruguay y también está a cargo de la Casa del Marino, un refugio que se creó en Montevideo para asistir a aquellos marineros de pesqueros extranjeros que quedan varados o heridos en Montevideo. También asisten a sus familias si necesitan repatriar un cuerpo que haya sido dejado en el puerto.

Todos los días Jorge y su equipo recorren los muelles del puerto y entregan panfletos a los trabajadores migrantes con un mensaje traducido en varios idiomas. Les hacen saber que si están sufriendo malas condiciones laborales, están trabajando contra su voluntad o están enfermos, pueden contar con ellos. En la Casa del Marino no solo recibirán una comida calienta, ropa y una cama, sino también asesoría legal. Desde su fundación, en 2006, ya repatriaron a más de 300 personas.

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Los relatos de Jorge son escalofriantes. “Nos encontramos con gente que ha sufrido maltrato laboral, han sido engañados y silenciados. Gente que pasó por situaciones de esclavitud a bordo. A muchos los captan en sus países, en Malasia o Indonesia, les dicen que los van a llevar a trabajar a una empresa grande en Corea o en Japón y que van a poder hacer una diferencia de plata para sus familias. Y luego los suben a un barco, les quitan sus pasaportes. Gente que no es del ramo. Y ahí están, a bordo de un barco de pesca, trabajando 20 horas diarias, sin lugar donde dormir, ni asearse. En donde los castigan, no les dan de comer o de tomar. Están amenazados: el captor les dice que si dicen algo van a lastimar a sus familias”.

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Jorge marcó que es muy difícil para Uruguay hacer denuncias porque hay mucho secretismo en los marinos. “Ellos no quieren hablar porque saben que después vuelven al barco y ahí les espera un castigo”, marcó. Y contó: “En todos estos años me ha pasado de ver gente esclava, rota, chicos que han fallecido. Que salieron del colegio en su país, quisieron ayudar a sus familias y se encontraron con la muerte un año y medio después arriba de un barco”.

TN consultó a Coronel sobre las muertes en el puerto: “Tenemos sanatorios y hospitales de calidad en Montevideo. Muchas veces los barcos se desplazan desde altamar hasta acá para recibir una atención correcta. Es muy difícil no tener muertos o heridos si vos sos considerado el sanatorio del Atlántico Sur”, aseguró.

Se estima que la pesca IUU en aguas territoriales argentinas genera pérdidas de entre USD 1.000 millones y 2.600 millones cada año. Considerando que las exportaciones anuales de vino embotellado fueron de USD 817 millones en 2021, la pesca ilegal es más del doble del tamaño de la industria vitivinícola argentina.

Fuentes: TN, Clarín, El Pais