• 9 de noviembre de 2024

La lluvia que puede terminar con una clase política

La lluvia que puede terminar con una clase política

Un espejo donde debería mirarse todo dirigente

Una nota de Juan Carlos Bataller

Uno mira esta foto enviada por un amigo y no puede menos que coincidir con el psicólogo español que describe los estados de ánimo de las máximas autoridades durante la agitada conferencia de prensa del fin de semana pasado en Valencia.

A la izquierda, Pedro Sánchez, socialista, jefe del gobierno español, expresa claramente  Incomodidad y disimulo. Su mirada perdida dice: “¡A qué hora termina esto”

A su lado, el rey Felipe expresa el enfado de alguien –el único- que en medio de la crisis conserva su liderazgo y su capacidad de recibir incluso insultos y escupitazos y comprender la indignación de la gente abandonada por sus dirigentes tras la mayor catástrofe de la historia valenciana.

Leticia, la plebeya esposa del rey no oculta su disgusto ante lo que se está viviendo.

Finalmente, Carlos Mazón, presidente de la Generalidad Valenciana, se hace más pequeño para disimular su nerviosismo y agobio.

En estos días todos ellos están siendo juzgados por el pueblo español. Una tremenda lluvia sumado a la indolencia de los dirigentes, algunas obras pensadas para buenos tiempos pero no para catástrofes y un pueblo sufrido y abandonado, puede terminar con toda una dirigencia inepta, preocupada más por sus problemas intestinos, su ideología y sus intereses que por conducir una Nación.

Esto ocurre en España en estos días. Pero es un espejo donde debería mirarse toda la clase dirigente del mundo.

El humor de la gente no admite términos medios. Menos aún en un mundo globalizado, superconectado, en tránsito hacia un futuro desconocido. A través del satélite, la telefonía y la televisión hoy Valencia está más cerca de San Juan que La Rioja o San Luis.

Que esto haya ocurrido en el país que es primer destino turístico del mundo, con toda la tecnología a su alcance y donde se anticipó con tiempo lo que preparaba la naturaleza, es inadmisible.

Y, para peor, que nada se hiciera en los días siguientes mientras los ciudadanos desenterraban cadáveres, despejaban caminos y lucharan contra la falta de atención de la salud, de comida y agua en un mundo de superabundancia.

El Estado estuvo ausente y los dirigentes se borraron. Eso, a esta altura de la civilización es increíble e imperdonable.

La vieja treta de echarle la culpa al anterior, al de al lado, al de la derecha o al de la izquierda, ya no es creíble.

Como dice Serrat en uno de sus temas.De vez en cuando la vida, Nos gasta una broma. Y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza”

Una imagen comparativa muestra una calle de Valencia en mayo de 2024 y la misma calle en noviembre de 2024 cubierta de autos dañados. (Foto BBC)
Este túnel, que une los municipios valencianos de Benetúser y Alfafar, quedó bloqueado por la gran cantidad de coches arrastrados por el agua. (Fotos BBC)
Algunas calles y zonas residenciales quedaron destrozadas por las riadas, como esta de Letur, al suroeste de Valencia. La calle está totalmente cubierta de barro, rocas y escombros.
31 de octubre
Imágenes satelitales muestran una carretera y un puente ferroviario dañados por las inundaciones de Valencia. Decenas de metros de vías ferroviarias terminaron dañadas o completamente destruidas con las lluvias torrenciales.
 
El servicio ferroviario entre Madrid y Valencia está suspendido mientras se reconstruyen las vías.

El paso de la arrasadora DANA que ha sembrado la destrucción en la provincia de Valencia deja en su primera semana cifras como estas:

La peor cifra de esta tragedia es la de las víctimas mortales que se ha cobrado: 211 según el último recuento oficial, todavía provisional. Muchas de ellas en la localidad de Paiporta (más de 70), donde quedaron atrapadas en plantas bajas y garajes. No hay cifra oficial de desaparecidos.

Un total de 75 municipios de los 266 que conforman la provincia de Valencia y cientos de miles de hectáreas han resultado afectados total o parcialmente por estas inundaciones. En la considerada «zona cero» de la DANA, la comarca de L’Horta Sud, hay 75.000 viviendas, viven 325.000 personas, y por sus carreteras principales circulaban a diario 125.000 vehículos.

El importe inicial que la Generalitat reclama al Gobierno para un Plan de Reconstrucción de Valencia (PRV) se cifra en 31.402 millones de euros, con 136 medidas para paliar los daños materiales y adoptar medidas que impidan futuras catástrofes en una zona que es recurrentemente vulnerable a estos episodios.

En esta primera semana se han reparado 40 kilómetros de carreteras y 74 kilómetros de vías férreas, lo que ha permitido reabrir al tráfico la A-7 y la A-3 norte, y restablecer la circulación ferroviaria entre Valéncia y Barcelona y Teruel.

Infinita: la solidaridad

Y no se puede cuantificar la oleada de solidaridad que ha generado esta tragedia, con miles de personas que han acudido a pie con sus aperos de limpieza a ayudar en las zonas afectadas incomunicadas por carretera, e incontables iniciativas desde toda España para recoger agua, alimentos y donaciones económicas para quienes lo han perdido todo.