• 14 de diciembre de 2024

La humanidad, sobre un polvorín

La humanidad, sobre un polvorín

HAY 56 CONFLICTOS BÉLICOS ACTIVOS EN EL MUNDO

La humanidad está sobre un polvorín y seguimos pensando que estamos muy lejos de los conflictos.

Aunque usted no lo crea, hay 56 conflictos activos en el mundo, la mayor cantidad desde la II Guerra Mundial. 

Si esto fuera poco esos conflictos tienen un componente internacional mayor, con 92 países involucrados en guerras fuera de sus fronteras, según el último Índice de Paz Global que elabora anualmente el think tank Institute for Economics & Peace (IEP)

Junto a la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, que acumula miles de muertos y la invasión rusa de Ucrania, que cumplirá tres años en febrero de 2025, en este momento se viven conflictos armados a gran escala en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria, entre otros.

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Pero aquí estamos, con una guerra en Siria que ha causado ya más de 250.000 muertos y desplazado a 12 millones de personas; con el retorno de las grandes disputas entre potencias en Ucrania, Siria y, de un modo diferente, en el mar del Sur de China; y con una nueva agenda transnacional yihadista que infecta un número creciente de conflictos que, en origen, eran meras disputas locales.

Gaza sigue siendo un conflicto sin solución.

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El año 2025 se anuncia tan tenso como los precedentes entre las guerras en Ucrania y Oriente Medio, las alianzas entre regímenes autoritarios y el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos, cuya política exterior pesa en la agenda mundial. Los temores de una Tercera Guerra Mundial están en la mente de millones de personas, aunque esto no llegue a ocurrir, hay una serie de conflictos que afectan a muchos países de forma directa.

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Desde el ataque del movimiento islamista palestino Hamás el 7 de octubre de 2023 en Israel, la región se ha visto envuelta en un baño de sangre, y al borde de una guerra generalizada. La escalada parece bajo control entre Israel e Irán, principal apoyo de Hamás y del Hezbolá libanés, ¿pero hasta cuándo?
El gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, reforzado por sus victorias en el terreno, no parece dispuesto a una solución política con los palestinos.

La vuelta de Trump y el nombramiento de aliados incondicionales de Israel en su administración parecen anunciar, salvo sorpresa, un cheque en blanco para Netanyahu. “El conflicto en Gaza podría entrar en una especie de limbo, con Israel imponiendo una solución militar (…) sin el inicio de una solución política”, estima Michael Horowitz, analista de la consultora de seguridad Le Beck International.

En Ucrania tres años después siguen cayendo bombas dirigidas por drones.

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Cuando Trump vuelva al Despacho Oval, la invasión rusa de Ucrania habrá cumplido casi tres años. Ucrania enfrenta una situación muy difícil, por la falta de soldados y la dependencia de la ayuda occidental frente a una Rusia que gana terreno, reforzada con soldados norcoreanos.

La presión aumenta sobre Kiev para que negocie, lo que desde el punto de vista de Moscú equivale a su capitulación.

Trump aseguró antes de su elección que solucionaría el tema “en 24 horas”. Su complacencia con el presidente ruso Vladimir Putin durante su primer mandato, el nombramiento para su futuro gabinete de figuras críticas con Ucrania y el posible cese de la ayuda militar a este país hacen temer lo peor a Kiev. Pero la imprevisibilidad del magnate estadounidense y su diplomacia transaccional vuelven complicado predecir qué hará.

El 2025 será un año crucial para Ucrania, en función de las presiones de Washington y la capacidad de Europa para apoyarla.

Las dos caras. El encarcelamiento de los mara ha mejorado rotundamente los índices de mortalidad a pesar del bajo nivel de respeto a los derechos de los delincuentes.

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La elección de Marco Rubio como futuro jefe de la diplomacia estadounidense anuncia un “endurecimiento de la relación y de las sanciones” hacia Cuba, Nicaragua y Venezuela, según Carlos Malamud, analista del centro de reflexión Real Instituto Elcano. Sin embargo, será la futura política comercial y migratoria estadounidense la que podría impactar con fuerza en América Latina.

“La llegada de Trump, con el aumento del proteccionismo y el fortalecimiento del dólar, no son buenas noticias para las economías latinoamericanas. Si a esto sumamos las posibles expulsiones de migrantes ilegales, la bandeja está servida”, agrega el experto.

El republicano prometió una política de mano dura en la frontera con México, poner fin a los programas de acogida y “la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos”.
Más allá de cortar sus sueños de una vida mejor, los expertos alertan del impacto económico en los países de origen, sobre todo en Centroamérica, donde las remesas suponen más del 30% del PIB en El Salvador o Nicaragua, según la agencia de calificación Fitch Ratings.

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Además, si persisten las crisis en Cuba y Venezuela, el éxodo de sus ciudadanos podría continuar y, ante un Estados Unidos fortaleza, podrían buscar nuevos destinos en Europa y en países de América Latina que ya acogieron a cientos de miles.
“En México, la capacidad de absorción de esta mano de obra es mayor dado el tamaño de su economía, pero para países con menor músculo económico, como Panamá o Costa Rica, esto es un problema”, apunta Malamud.
México ya está bajo presión. Trump amenazó con imponer aranceles a las importaciones mexicanas si no se detienen la migración y el tráfico de drogas.

Los carteles de la droga han hecho que México sea el segundo país más letal después de Siria a pesar de no tener un conflicto bélico.

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Taiwán reúne todos los ingredientes para un futuro conflicto mundial.
China lo reivindica como parte de su territorio y no descarta el uso de la fuerza para tomar el control. En los últimos años reforzó su presión militar enviando regularmente aviones de guerra, drones y buques alrededor de la isla. Estados Unidos es el principal apoyo de Taiwán en materia de seguridad, aunque no lo reconozca diplomáticamente. Y si bien demócratas y republicanos comparten una posición hostil hacia Beijing, Marco Rubio es famoso por su oposición a China, donde tiene prohibido ingresar. Mike Waltz, que se espera ejerza como consejero de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, llamó a “armar Taiwán desde ya”.

La guerra más mortífera del mundo de 2023 no fue en Ucrania sino Sudán. No es un caso aislado. Hay un preocupante resurgimiento de las guerras civiles en países africanos.

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Corea del Norte, poseedora de bombas atómicas, aumentó sus pruebas balísticas en 2024 y, al igual que Irán realizó un acercamiento sin precedentes con Rusia, firmando incluso un tratado de defensa mutua.
“Putin quiere soldados y municiones de Corea del Norte y, a cambio, Pyongyang quiere tecnología militar”, resume Fyodor Tertiskiy, investigador de Carnegie. Andrew Yeo, del centro de reflexión estadounidense Brookings, prevé “una nueva fase de gran inestabilidad y una posible escalada en el noreste de Asia”.
“La cooperación militar con Moscú se produce en un contexto de escalada de tensiones en la península de Corea”, apunta Yeo, que cita la destrucción por Pyongyang de carreteras entre las dos Coreas, la presunta incursión de drones surcoreanos en su vecino y el ensayo de un nuevo misil balístico intercontinental norcoreano en noviembre. 

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En  resumen, la amenaza de la gran guerra ha vuelto, mientras nuevas formas de violencia –ciberataques, guerras híbridas y terrorismo a escala global– redefinen los conflictos.

Estas nuevas formas amenazan con revertir el progreso alcanzado desde la guerra fría y desafían el orden legal que emergió tras la Segunda Guerra mundial. La cuestión no es que actores violentos no estatales amenacen el orden internacional basado en la soberanía de los Estados. El problema es que los propios Estados cada vez hacen un mayor uso de la fuerza en situaciones que fuerzan o violan el principio fundador de las Naciones Unidas que prohíbe el uso de la fuerza salvo en casos de legítima defensa, o cuando el Consejo de Seguridad lo autoriza en el interés de la paz y la seguridad internacionales.

Son millones los que ya huyeron de Siria.

La violencia tiene un costo, tanto personal como económico. En el capítulo de pérdidas humanas, el incremento de los conflictos se tradujo en 2023 en 162.000 decesos, la segunda cifra más alta de los últimos 30 años. Y es posible que en 2024 se alcance un récord sobre la base de los datos que han recabado en los cuatro primeros meses del año, en los que se han registrado 47.000 muertos, la mayoría en Gaza. Además, 95 millones de personas son refugiados o desplazados internos debido a enfrentamientos violentos; 16 países acogen cada uno a más de medio millón de huidos, lo que representa un costo humano y económico tanto para sus comunidades como las de acogida.

En cuanto al impacto económico, el IEP destaca que el costo global de la violencia (de las guerras, enfrentamientos con bandas, por ejemplo, u hostilidades de baja intensidad) ascendió a 17,5 billones de euros en 2023, el 13,5% del PBI mundial. 

 Los países más pacíficos dedican un 3% del PBI a la contención de la violencia, mientras que los más violentos destinan el 30%. Si redujeran esa violencia, desbloquearían ese presupuesto.

 “A nivel socioeconómico el mundo mejora, la gente vive más y mejor; sin embargo, vemos un aumento de las brechas entre países, tanto económicas como en términos de paz”, detalla un informe conocido hace unos meses. De tal modo que 97 países empeoraron sus niveles de paz en 2023, más que en cualquier otro año desde la creación de este índice en 2008. Esto significa que, principalmente, se ha producido un deterioro en sus indicadores de militarización “porque hay más exportación e importación de armas, más inversión militar, cuando en los años precedentes se venía reduciendo”.

El presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró este martes que la posesión de suficientes armas hipersónicas convierte «prácticamente» en innecesario el uso de las bombas atómicas.

«Si lo analizas bien, un número suficiente de estos modernos sistemas de armamento convierten prácticamente en innecesario el uso de armas nucleares», dijo durante una reunión con el consejo de derechos humanos adscrito al Kremlin.

Putin destacó que al promulgar recientemente su nueva doctrina nuclear, Rusia no la endureció sino que únicamente la perfeccionó, en alusión al antagonismo con Occidente tras el comienzo de la guerra en Ucrania.

«Y por eso, en general, ahora lo que tenemos que perfeccionar no es la doctrina, sino los Oréshnik», señaló, en alusión al misil balístico hipersónico que Rusia presentó en sociedad el pasado 21 de noviembre.

Putin anunció a finales de noviembre la producción en serie de los Oréshnik, misiles sin parangón indetectables para los escudos antimisiles occidentales, que Moscú también piensa desplegar en la vecina Bielorrusia.

El líder ruso, que ha emplazado ya armas nucleares tácticas en el país vecino, acusó a Occidente de enarbolar de manera irresponsable la amenaza nuclear.