- 31 de marzo de 2023
Huerta de Huachi, un paraíso entre vertientes y nogales al que le quedan pocos habitantes
Se encuentra a 30 kilómetros de la ciudad de Jáchal. En el lugar hay plantaciones de nogales y granadas que lo hicieron famoso. Ahora solo viven en el lugar tres familias. Ya no hay puesteros viviendo cerro adentro.
El río abre sus brazos y como si fuese un paraíso escondido, justo en medio del agua que lo envuelve, se levanta un pueblo al que ya no le quedan casi habitantes, pero abunda en belleza. Paisajes inesperados para quienes llegan por primera vez, aroma a humedad, flores, árboles de distintas especies, frutales, y algún que otro animal de granja que se pasea por el lugar. Se trata de Huerta de Huachi, que se encuentra a 30 kilómetros de la ciudad jachallera. Las tres familias que resisten allí, ya que el éxodo fue impiadoso en los últimos años, albergan la esperanza que el turismo logre que el pueblo pueda resurgir.
Llegar a Huerta de Huachi no es difícil. Pero, a pesar de la cercanía y el fácil acceso, no es uno de los sitios de Jáchal que más conocen los sanjuaninos e incluso los turistas que llegan a la provincia. Sí es conocido por los motoqueros, por los gauchos que salen de travesía los fines de semana y por los amantes del trekking que buscan nuevas rutas.
Para visitar el pueblo hay que ir por ruta 456, pasando Villa Mercedes. Son solo unos 9 kilómetros que no están pavimentados, pero están en buen estado, cuando no llueve. Y es justamente a esta situación a la que deben enfrentarse los pobladores. Cuando llueve cerro arriba, baja la creciente y corta el camino. Pueden estar varios días aislados hasta que el municipio envía una máquina para arreglar la huella. Aun así, estos habitantes parecen estar resignados a determinadas condiciones.
La conformación del poblado no es la tradicional, la que se puede ver en otras localidades jachalleras. No hay una plaza, ni puestos de policía. Una sola calle de tierra muy angosta lo atraviesa que no tiene más de 300 metros de largo. En esa extensión, una decena de casas se apostan a los costados, camufladas por la vegetación abundante, los imponentes nogales y los paredes de piedra que sirven para evitar que la humedad de la tierra penetre en esas construcciones.
El resto de caserío, otra decena, se distribuye en quitas que están más alejadas de la calle principal. Algunas, al otro lado del brazo del río. A esto se suman los puestos que están más alejados, cerro arriba.
Pero ahora, todo parece un pueblo fantasma. Si se va durante el fin de semana, cuando los pocos niños que van a la escuela no están jugando en su patio, no hay nadie que camine por la calle. Las casas están cerradas, como así también la iglesia. Esto, porque solo quedan viviendo en el lugar 3 familias. Y los puestos están vacíos. La mayoría de sus habitantes se fueron a las localidades más pobladas, como Villa Mercedes o la misma villa cabecera de Jáchal.
La escuelita
La escuela Juan María Gutiérrez alberga a los pocos niños que todavía quedan en el lugar, pero que irán partiendo al terminar la Primaria, para continuar la Secundaria en otro lugar de Jáchal, ya que en Huerta de Huachi no hay.
Fue un 8 de mayo de 1920 cuando comenzó a funcionar y era un par de piecitas precarias que servían para educar principalmente a los hijos de los puesteros de la zona. La construcción actual se encuentra en el llamado callejón El Alto.
El albergue
El albergue Dominguito está cerrado desde hace más de 4 años. No forma parte de la escuela sino que dependía del Ministerio de Desarrollo Humano. Pero cerró sus puertas por malas administraciones, según contaron los pobladores.
El sitio servía para dar cobijo y alimento a alrededor de 35 niños y niñas que llegaban de lugares alejados a estudias. Sobre todo de los puestos. Pasaban en el albergue toda la semana escolar y regresaban a sus hogares los fines de semana. En la actualidad, como ya no hay gente en los puestos, el sitio no tiene razón para permanecer abierto.
Se llama “Dominguito” en memoria de un niño que vivía en el Albergue hace varias décadas y que murió decapitado por una chapa que se voló de un techo, durante un viento Zonda que azotó el lugar.
La capilla
Sobre el callón El Alto y tras subir las escaleras de piedra que desembocan en el río, se encuentra la capilla en honor a la Virgen de Andacollo. Es una construcción sencilla y pequeña, pero de gran atractivo para quienes visitan el lugar. Sobre todo por la originalidad del altar, que está construido de piedras y en cada una de ellas, los promesantes colocan velas u objetos relacionados a sus pedidos o agradecimientos.
En diciembre se realizan las fiestas patronales de la Virgen de Andacollo y desde antaño esta fue la fiesta más importante del pueblo. Hace algunas décadas, cuando los puestos estaban habitados, era tradicional la procesión con antorchas que realizaban los puesteros desde las montañas hasta la capilla.
La festividad es muy pintoresca y también emotiva. Por el calor, colocan las sillas afuera de la capilla, justo en el callejón que da a las escaleras de piedra que desemboca en el río.
Las guirnaldas de colores, entrelazadas en los árboles, invaden el pueblo y cada tarde, pobladores y gente que va hasta la Huerta, se apostan en la puerta de la capilla para participar de la novena.
El camping
Al ingresar al pueblo, la huella se divide en dos. Para poder entrar en vehículo al camping municipal que tiene Huerta de Huachi, hay que seguir por la derecha. Al poco andar, en lo alto y hacia la izquierda, se puede divisar el ingreso.
El camping es la gran atracción del lugar. Fue refaccionado hace poco, habilitaron la pileta, pusieron guardavidas y hasta va un enfermero los fines de semana. También ampliaron los baños y remozaron las mesas, bancos de piedra, parrilleros y construyeron varios quinchos para darle más comodidad a los visitantes. El ingreso es gratuito, y según contó Eduardo Martínez, que es el encargado del lugar, los fines de semana largo y los feriados se llena de gente. Es por eso que apuestan a que este predio, ahora remozado, sea la gran atracción para los turistas. Además, se puede acampar.
Se encuentra en un lugar estratégico. En lo alto y en medio del río Huachi, que lo abraza. Tiene una frondosa arboleda y abundan los nogales. El trinar de los pájaros, alguna que otra gallina que anda suelta por ahí y el sonido del agua, hacen de este sitio un lugar para el descanso en medio de la naturaleza. Desde este lugar, se puede observar el cerro Huachi, que le dio el nombre al pueblo. “Huerta”, porque según los lugareños, antaño el sitio estaba colmado de frutales de todo tipo y plantaciones que hacía de este paraje un sitio privilegiado para vivir de la tierra.
Lo que se puede hacer
Buceando en las redes sociales, todo lo que aparece sobre la Huerta de Huachi, tiene que ver con las travesías de los motoqueros que encuentran en este sector jachallero un mix perfecto de paisajes imponentes y de circuitos de fácil acceso para transitar en moto. Por otro lado, hay varias rutas que los amantes del trekking y los montañistas conocen al dedillo. No es difícil encontrar en internet algunas rutas de senderismo que se pueden experimentar. Pero hay que tener en cuenta que en el pueblo ya casi no queda gente para que puedan servir de guías, y los que quedan, no aconsejan lanzarse a la aventura si no se conoce el terreno.
Uno de estos senderos es el que conduce al Baño de Huachi, que tiene una dificultad moderada y se llega a más de 1.600 metros sobre el nivel del mar. Antes de esto, a unos 14 kilómetros del camping, siguiendo el lecho del río, se encuentra la Ciénaga de Huachi, otro lugar de paisajes impactantes. Para llegar a estos lugares no hay ningún tipo de señalización.
Resistir con esperanza
En el pueblo solo quedan tres familias, no más de 10 personas. Todas sobreviven porque son empleados municipales. Algunos cuidan el camping, otros se encargan de la escuela o el albergue. En este contexto vive Eduardo Martínez, nacido en Huerta de Huachi, al igual que su padre Marcelino y sus hermanos. Supo vivir las épocas de esplendor del pueblo, cuando las quintas eran prósperas y cerro arriba había más de 30 puestos habitados, algo que ahora no sucede. Sin embargo, a pesar del panorama desolador, Eduardo resiste, como el resto, esperanzado en que el turismo pueda devolverle el brillo a este paraíso.
“Acá todos dependemos de algún modo u otro del municipio. La mayoría de las casas están cerradas, sin habitar, porque sus dueños se fueron a otros poblados más habitados, sobre todo donde hay escuelas secundarias”, cuenta Eduardo, quien vive con su padre, hermana y tres sobrinos.
Pero esto cambiará el año que viene ya que chicos terminan la escuela primaria en el pueblo y deberán irse en 2024 para poder cursar la secundaria en otro lugar de Jáchal. “Si no habilitan de nuevo el albergue, para que atraiga a más niños, la escuela no tardará en cerrar definitivamente. Hubo una época en que había más de 100 niños de todo el departamento, eran de familias humildes que no los podían mantener y los mandaban al albergue donde se los alimentaba, vestía y los enviaban a la escuela”, comenta el hombre.
Con nostalgia, Eduardo recuerda aquellas épocas, que no son tan lejanas, cuando las familias que vivían en los puestos bajaban cada febrero para participar de la fiesta de la Virgen de Andacollo. Esta patronal es una atracción de otros pobladores de Jáchal. Hasta no hace tanto, iban los danzantes de la Virgen, oriundos de Chimbas para participar de la celebración religiosa. Ahora, solo les queda una procesión de antorchas bastante austera que se realiza para el “calvario”, es decir, el Viernes Santo.
“Antes se vivía de las huertas, la venta del cuero, que ya no se busca, las nueces, pero quedan pocos nogales. Esta zona es famosa por la cantidad de variedades de nueces. Todavía las juntamos para vender, pero son pocos kilos. Bajó la producción”, agrega.
De todos modos, Eduardo y las familias que quedan en la Huerta de Huachi, no pierden las esperanzas. Las expectativas están puestas en el turismo. Según contaron, este verano fue mucha gente, posicionando al lugar como uno de los más concurridos de Jáchal. Esto hizo que refaccionaran el camping, que es donde se aposta la mayoría de los visitantes.
Una leyenda en el pueblo
En Huerta de Huachi, lo primero que se dice cuando se toca el tema de la minería, es que ellos tienen el agua más pura de Jáchal. Y los cerros más ricos, por la cantidad de minerales como oro, cobre, plata e incluso uranio. Sin embargo, está instalado el mito en que esas montañas jamás podrán explotarse.
El cerro Huachi, que le da el nombre al pueblo, se ve a simple vista. Dicen los lugareños que Huachi era el nombre de un cacique que habitó el lugar y que su espíritu está apostado en la cima del cerro. Por eso no deja que se explote a nivel minero. “Hubo muchos intentos, vinieron mineros de todo el mundo y muchas empresas, pero siempre les pasa algo y se van. Eso es porque “Huachi” no deja que saquen el oro de su montaña”, contó Eduardo Martínez.