Con los índices de inflación en alza, hay una gran diferencia en los precios. Los alimentos aumentaron más en San Juan que en otros centros urbanos del país. Pocas expectativas por las medidas nacionales. El presidente Alberto Fernández anunció que, a partir de hoy viernes, empieza la guerra contra la inflación. El anuncio fue como consecuencia del 4,7 por ciento de inflación de febrero, más alto de lo esperado.
La inflación actual hace recordar los mensajes de Lita de Lázzari, cuando pedía que los consumidores caminaran para encontrar mejores precios.
Habrá, en las próximas semanas una negociación que se abrirá entre la Secretaría de Comercio Interior y las empresas de consumo masivo. A principios de abril debe renovarse el programa Precios Cuidados, que contiene una amplia canasta de alimentos y bebidas, y de las conversaciones surgirá qué porcentaje de aumento sufrirán los 1.300 bienes que contiene. En
enero el ajuste había sido de 2 por ciento.
El centro de estudios Proyecto Económico,
de la exdiputada Fernanda Vallejos,
expresó que “para alcanzar esa
meta, teniendo en cuenta el dato de
enero, la tasa de inflación mensual
para los once meses restantes de
2022 no debería exceder del 3,27 por
ciento mensual”.
Quienes estudian la composición de
precios vienen avisando que se ve una
gran distorsión depende del lugar
donde se compre. Incluso, influye el día
de la semana en que se haga la compra
o la altura del mes.
Más que nunca hay que hacerle caso a
Lita de Lázzari cuando pedía “camine
señora, camine”. Con esos índices inflacionarios,
cada uno termina cobrando lo
que quiere o tiene en cuenta sus costos
y no lo que puede pagar el mercado.
Es más, con estos números de inflación,
los pesos queman en los bolsillos
y hay una idea generalizada que conviene
comprar ahora, aunque uno
pague de más porque si espera a buscar
precios, terminará aumentando
más.
Las medidas nacionales son recetas
viejas y que fracasaron. No van a los
principales causales, como mayor gasto
que ingresos, emisión de moneda, especulación
de todos los actores de la
economía y una intromisión estatal en
la oferta y demanda que provoca una
olla a presión que termina explotando
tarde o temprano.