- 12 de octubre de 2024
Estafas financieras: nuevas estrategias, viejas tretas


POR MARCELO DELGADO
El sueño de ganar dinero sin mayores esfuerzos es tan antiguo como el vil metal. En nuestro barrio, lo acuñábamos como el “cuento del tío”, que te hacían caer cuando te decían que habías ganado un auto, pero debías abonar los impuestos para retirarlo. En otros casos, se trataba de cambiar los dólares que ya no tendrían circulación legal. Ofertas de préstamos a tasas bajísimas, que exigen el pago de comisión e impuestos por adelantado y que nunca efectiviza el crédito. Ventas de propiedades a valores irrisorios que apuran con el pago de una carpeta, que finalmente no es compra, sino el derecho a un sorteo, que nunca se realizará.
En fin, el factor común es procurar un beneficio extraordinario o desproporcionado al esfuerzo. La ambición nubla la razón y la ocasión hace al ladrón. La irrupción de las criptodivisas, aplicaciones financieras, billeteras digitales y la accesibilidad masiva a los mercados de capitales y la especulación financiera, facilitan por un lado las inversiones de protección y ahorro; y al mismo tiempo, multiplican las oportunidades del fraude.
Con la lógica de los juegos de azar o las apuestas, se colocan capitales con promesas de fuertes retribuciones que tardan en llegar o, finalmente, nunca ocurren. En un juego de retos, muchos apuestan y muy pocos o sólo uno gana; y el resto pierde la colocación, si la condición en disputa, no se cumplió. Y el jugador sabe que esa es la regla, aunque insista muchas veces, con la esperanza de obtener el precio.
Pero en las estafas financieras, el que coloca el capital ignora que, en general, se está sometiendo a un juego donde uno o muy pocos ganan mucho, y el resto pierde todo. Es la lógica de las estafas piramidales o esquema Ponzi. Las primeras inversiones compensan a los nuevos, no sólo con rendimientos, sino con parte o todo el capital. Cuando la masa crítica es suficientemente grande, entonces desaparece la banca con todo el capital acumulado y los inversores se quedan sin nada.
La estabilidad del dólar, la baja abrupta de los tipos de interés y la gran desconfianza en los mercados formales, han llevado a muchos argentinos y sanjuaninos, a confiar en aplicaciones, grupos de “amigos”, recomendaciones extrañas y sistemas que prometen grandes rentabilidades en muy poco tiempo. La deficiente o ausente educación financiera ha conducido a muchas personas a disponer de sus ahorros, indemnizaciones, préstamos, venta de bienes, entre otros recursos, para afectarlos es “inversiones” que, a la postre, resultan ser verdaderas apuestas o simplemente estafas que desilusionan los sueños de gran riqueza con poco esfuerzo.
En estos días se han conocido números casos de engaños con renovadas estrategias, pero las mismas viejas tretas, que prometen beneficios a cambio de dinero. Aun cuando no dispusiéramos de formación financiera, deberíamos escuchar el viejo consejo; “Cuando la limosna es grande, hasta el Santo desconfía”.