• 1 de marzo de 2025

El valor de los bienes (2da parte)

El valor de los bienes (2da parte)

POR MARCELO DELGADO

En la primera parte de esta nota, la semana pasada, recordábamos que, en las Ciencias Económicas, el dilema del valor de los bienes ha sido una constante y aún hoy, no existen mecanismos certeros para definirlo. Se confunde valor con precio que, en la mayoría de los casos, es diferente.

Cuando hablamos de bienes y servicios, nos remitimos a la primera parte de la nota, en El Nuevo Diario del 22 de febrero. En esta segunda parte, vamos a tratar el valor de los activos intangibles y las inversiones.

Los “activos intangibles” son en general derechos o títulos que representan una habilitación, un privilegio o una herramienta, para el desarrollo de una actividad. Así, puede ser una patente, una aplicación, una franquicia, un nombre, una representación, entre muchos otros. La pregunta es: ¿Cuánto vale y cuál es el precio que estoy dispuesto a pagar? La teoría económica clásica expresa que el precio es equivalente al “valor presente” de los flujos de fondos futuros, que puede generar ese activo. Como se trata de futuro, el desafío o dilema, resulta en estimar los ingresos netos que puede generar tal inversión. Se trata de decisiones de alto riesgo, pero implican sacrificios presentes para obtener buenos beneficios a futuro. Los activos intangibles resultan, en general, un buen negocio para los que los comercializan y también para sus clientes. Franquicias como Mc Donald, Starbuks, o representaciones como Coca Cola, Molinos Río de la Plata, o concesiones como Toyota o Peugeot; resultan oportunidades que, bien gestionadas, pueden ser un buen negocio para cedentes y cesionarios.

Cuando se trata de valorar las inversiones, nuevamente la teoría clásica refiere a los ingresos que promete la inversión, mas un “plus de riesgo”, es decir, cual es la “volatilidad” del activo o la probabilidad de pérdida. En estos casos, también resultan fundamentales las garantías, los antecedentes de los titulares originarios, los “activos subyacentes”, trayectoria de las empresas, organizaciones o estados, que emiten esos activos. Toda esa teoría es “basura”, cuando nos referimos a criptodivisas y sus derivados. Las monedas digitales se caracterizan por no tener garantías, se desconocen sus emisores, cuesta conocer cual es el poder de cambio que tienen, y su rentabilidad no está regulada por ningún mercado específico o formal. Sin embargo, han captado la confianza de gran cantidad de inversores. Las colocaciones en criptodivisas ya superan varias veces el PBI de países, y la forma en que operan, no tiene un marco regulatorio, y el derecho aún no acuerda cual es la naturaleza de esos activos. En caso de fraudes, estafas, o simples incumplimientos, no hay organismos, ni la propia justica; que dispongan de herramientas para canalizar los reclamos. En apariencia, resulta un nuevo negocio para pocos. En estos días, fue víctima y victimario el presidente Milei y muchos dirigentes, que aún no entienden, o quieren ser parte, de un universo que les resulta ajeno. Un viejo consejero decía: “Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”. El valor de las cripto monedas es un misterio que, aún hoy, la economía clásica no tiene herramientas para “justipreciar”. Si elige esta opción de inversión, sepa que es como un pleno en la “ruleta”.