- 22 de febrero de 2025
El valor de los bienes (1ra. parte)


POR MARCELO DELGADO
Desde que la economía es ciencia, el dilema del valor de los bienes ha sido una constante y aún hoy, no existen mecanismos certeros para definirlo. Muchas veces confundimos precio con valor. En la mayoría de los casos, esta cifra no es similar.
El precio, en general, se define con una cifra monetaria, resultante de la oferta y demanda de un bien. Cuanto mayor oferta, menor es el precio, y viceversa. En general, salvo algunas excepciones, el precio es un “valor objetivo” de las cosas. Pero cuando hablamos del “valor” de los bienes, intervienen muchísimos elementos subjetivos. Si venden la casa, que está al lado de mi negocio, que necesita expandirse, para el dueño del comercio ese inmueble tiene un mayor valor, que para el resto del mercado. Si en una subasta, se vende un viejo auto de colección, que fue de mi querido abuelo, estaré dispuesto a pagar algo más, que por otro vehículo similar, que no conozco sus antecedentes. En general, el valor de las cosas, tiene una fuerte influencia subjetiva. El valor también está vinculado a la perdurabilidad en el tiempo, o su posible revalorización. Así, por ejemplo, alguien puede “valorar”, como barato, el precio de un terreno, que por su ubicación, en el futuro será de mayor interés. O viceversa, se puede catalogar de “caro” una propiedad, que resulta muy atractiva, pero tiene un alto costo de mantenimiento, o en el futuro, estará rodeada de inmuebles inferiores.
Por lo tanto, el valor será entonces el precio que estoy dispuesto a pagar por un bien o servicio, que en muchas ocasiones, no coincide con el exigido por el vendedor.
En definitiva, el valor es un elemento subjetivo e influenciado por las expectativas; mientras que el precio, es la resultante del acuerdo entre quien ofrece y la parte que demanda.
Cuando se trata de cosas o bienes tangibles, este dilema cuenta con herramientas y elementos que permiten, muchas veces, acercar el valor al precio. Pero no resulta sencillo cuando nos referimos a bienes intangibles, obras de arte, inversiones de riesgo, servicios de estética, promesas afectivas o grageas de felicidad. En estos casos, el valor no sólo es subjetivo, sino altamente volátil. Lo que hoy resulta muy atractivo, con un detalle, puede desplomarse a nada. Por ejemplo, una obra de arte plagiada, igual a la original, pero falsa. Un lote en la luna o las promesas de amarres de pareja. Los precios de estos activos, son tan subjetivos y volátiles, como una vuelta de “montaña rusa”.
En la era digital, los activos intangibles, se han multiplicado por miles. Los servicios informáticos, las comunicaciones, las transacciones a distancia, compras “on line”, sin dudas, tienen un alto valor para todos. Sin embargo, con la misma velocidad de expansión de los servicios digitales, aparecieron las estafas, los esquemas piramidales y los cantos de sirena de “vivir sin trabajar”. El fin de semana pasado hasta el mismo presidente de la Nación, fue victimario y víctima de un sistema, que aún no encuentra un marco regulatorio y seguridad jurídica. La próxima semana vamos a abordar el “valor de los intangibles digitales”. Nos vemos!!!!.