- 19 de abril de 2025
EL PISTACHO

El “oro verde” que puede transformar la economía sanjuanina
El cultivo de moda es sin duda el pistacho. Y San Juan es hoy el principal productor de lo que ha dado en llamarse el “oro verde”.
Mientras la vitivinicultura pasa por uno de sus peores momentos con un consumo de vinos en baja y exportaciones cada día más complicadas, aparecen todas las ventajas de este fruto originario de Asia Central y Medio Oriente, apreciado por diversas culturas a lo largo de la historia.
Desde los palacios de Persia hasta las mesas de la antigua Grecia y Roma, este fruto ha sido considerado un manjar digno de la realeza.
En los últimos años, el pistacho se ha convertido en un alimento esencial para los consumidores que buscan una alimentación más saludable y es un ingrediente de moda e innovador en la gastronomía regional. La gran demanda de pistachos y la escasa oferta local explican en parte los altos precios que alcanza la producción, superior al de otros frutos secos como las nueces y las almendras.
Una de sus particularidades es que requiere ambientes áridos con inviernos fríos y períodos estivales muy cálidos. En el mundo hay pocas zonas de cultivo donde puede desarrollarse, ellas son; Medio Oriente, Estados Unidos, España, Italia, Grecia, Australia y Argentina.
San Juan pionero
La producción de pistachos es relativamente nueva en Argentina. Las primeras plantaciones tuvieron lugar en San Juan a finales de la década de 1980, cuando se sembraron las primeras semillas, pero no fue hasta mediados de la década de 1990 con la reglamentación de la Ley Nacional 22.021 de diferimientos impositivos que tuvo lugar el desarrollo comercial del cultivo en San Juan.
El crecimiento exponencial, aumentando en más de un 500% las hectáreas cultivadas, sólo en la zona núcleo (Sur de San Juan – Norte de Mendoza). Según el último Censo Nacional Agropecuario (2018), San Juan es la principal provincia productora a nivel nacional, con 6.500 hectáreas que representa aproximadamente el 90% de la superficie cultivada en Argentina. En segundo lugar, se encuentra Mendoza, con alrededor de 770 hectáreas cultivadas. Más atrás están las provincias de La Rioja (100 has) y La Pampa (55 has). A la fecha, su expansión ha franqueado límites interprovinciales, registrándose experiencias o intenciones de iniciar nuevos cultivos en distintas zonas de las provincias de Catamarca, La Rioja, La Pampa, San Luis, Neuquén y Río Negro.
Pero esos números ya son viejos. Se calcula que ya hay 9 mil hectáreas dedicadas al pistacho y el crecimiento sigue siendo exponencial.

Aún hay mucho por hacer
Hace 25 años, San Juan comenzó a escribir una historia de éxito en la producción de pistachos, un cultivo que hoy la posiciona como el principal productor del país. Con condiciones naturales únicas, la provincia logró transformar tierras áridas en oasis productivos, especialmente en zonas como 25 de Mayo, donde el pistacho le ganó al desierto en tierras que antes se consideraban improductivas.
Además hay otras áreas como Médano de Oro, Pocito, Sarmiento, Albardón y Angaco se han convertido en puntos clave para la expansión de este cultivo, atrayendo a productores que ven en el pistacho una alternativa rentable y sostenible.
En la actualidad, San Juan no solo es el principal productor de pistacho en Argentina, sino que también ha logrado insertarse en el mercado internacional. Durante 2024, la provincia exportó 192.295 kilos netos de pistacho, generando un ingreso de 1,7 millones de dólares FOB. Los principales destinos de estas exportaciones fueron Brasil, Estados Unidos, España, Alemania, Italia, Chile, Rusia y Uruguay.
A pesar de la calidad del pistacho sanjuanino, aún existe un gran trabajo por hacer para posicionar el producto a nivel global. A un europeo o alguien de Asia le cuesta confiar en el pistacho sanjuanino porque no conocen que en San Juan se produce. Hay que trabajar en la calidad y en darnos a conocer», explicó hace poco Juan Domingo Bravo, importante productor local en declaraciones a Canal 13.
El productor reconoció que, a nivel mundial, San Juan es un actor pequeño: “Tenemos muy pocas hectáreas plantadas en comparación con otros países. Estados Unidos, por ejemplo, tiene 300.000 hectáreas, mientras que Argentina apenas supera las 9.000. Eso hace que el pistacho californiano sea más conocido y demandado”.
Respecto a la competitividad en el mercado internacional, Bravo señaló que los precios del pistacho sanjuanino suelen estar por debajo de los de Estados Unidos. «El productor más grande es Estados Unidos, y es el que marca el precio. Nosotros y otros productores como Irán y Turquía vendemos entre 70 y 80 centavos de dólar por debajo del precio californiano», detalló.
Sin embargo, aseguró que la calidad del pistacho sanjuanino es muy similar a la del californiano. «Se puede lograr un pistacho de excelente calidad aquí. El desafío es que el cliente internacional lo sepa», afirmó.
Uno de los principales obstáculos para los productores locales es el acceso a tecnología de punta. Bravo explicó que, hasta hace un año, importar maquinaria implicaba pagar más del 100% en impuestos. «Hoy tenés un 70%, pero sigue siendo muy difícil competir con los costos que manejan los productores estadounidenses», dijo. En esta línea, destacó la falta de créditos accesibles en Argentina: «No existe el crédito para el sector. Las tasas son irrisorias, y eso complica aún más la inversión en tecnología y expansión».
Además explicó que «los costos se han triplicado. La energía, los salarios, todo está muy caro. Aunque el tipo de cambio es más competitivo que en el gobierno anterior, los dólares no rinden como deberían. Producir en Argentina es caro, y eso es un desafío constante».
Un negocio muy rentable y en expansión, no exento de dificultades
El cultivo de pistacho en San Juan ha demostrado ser un negocio rentable y en expansión, aunque no exento de dificultades. Las inclemencias climáticas y la falta de apoyo estatal son algunos de los obstáculos que los productores deben sortear año tras año.
Sin embargo, la visión y perseverancia de pioneros como Marcelo Ighani han permitido que San Juan se posicione en el mercado. “Nosotros a todo el mundo le inculcamos que se reconvierta. Este es un negocio de largo plazo, pero con paciencia y trabajo, los resultados llegan”, explica Ighani.
Sin ir más lejos, el año 2025 prometía una cosecha récord, con estimaciones de 6.000 a 7.000 kilos por hectárea. Sin embargo, un fuerte granizo afectó seriamente la producción. El granizo se llevó parte de la producción. Era una cosecha récord, pero nos dejó un poco”, lamentó Ighani.
“El trabajo en el pistacho es con paciencia, directamente a largo plazo. No podemos caer en pequeñeces. En este cultivo, se gasta un 20% y se obtiene un 80% de ganancia, por eso podemos seguir. No es tan grave como la situación de otros productores”, explicó.
A pesar de la importancia de la industria del pistacho los productores hicimos la denuncia por las pérdidas, pero no nos han ayudado en nada. Llevo 44 años en esto y nunca nos han dado una mano, ni siquiera nos han llamado para ver cómo está todo. Es muy triste”, afirmó.

El señor pistacho
La historia del pistacho en San Juan comenzó cuando Marcelo Ighani trajo semillas como una manera experimental para saber si estas tierras y clima eran aptos para la producción.
No se tardó en descubrir que el lugar ideal para tener plantaciones de pistachos se encuentra en el territorio sanjuanino.
Ighani nacio en 1951, en Teheran, cuando el sha de Persia gobernaba un país rico que entraba a la modernidad ante la resistencia y el descontento de muchos sectores.
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Llegó a la Argentina en 1969, con 18 años y entró al Colegio Nacional donde cursó tercer, cuarto y quinto año.
No fueron fáciles esos primeros años para Marcelo. “Pero a esa edad eres una esponja que todo lo absorbe y pude aprender el idioma y entrar en la Universidad Nacional de Cuyo en 1973 donde comencé la carrera de arquitectura”
Se recibió en 1985 de arquitecto. “Demoré bastante en recibirme. Casado y con hijos todo se hacía difícil. Además ya trabajaba con mi empresa constructora”.
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Llegó a tener más de 400 empleados y realizó varias obras importantes. Entre ellas una de gran repercusión: la primera peatonal. Y fue precisamente la peatonal –dice- la que fundió la empresa. “Ya vivíamos con inflación y no soporte los mayores costos. El Banco San Juan me dio un préstamo pero no pude salir. Al extremo que entré en el residual del banco y recién el año pasado p0ude terminar de pagar la deuda”.
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-¿Por qué apostó al pistacho?
-En los años 80 vivia una época muy difícil. Tenía una empresa constructora, muchos empleados y muchos problemas. Vivía en un infierno de trabajo que, incluso, me costó mi matrimonio,
Un día decidí apostar a una idea que en su momento parecía descabellada: cultivar pistachos en San Juan y vivir de ello.
Me puse a investigar que se cultivaba en la latitud 32, que es la que cruza por San Juan. Ahí saltó pistacho, el azafrán y otras más. El pistacho venía como anillo al dedo pues Irán es el principal productor de pistacho y yo sabía sobre sus bondades. Recuerdo que la primera yema la traía dentro de una papa, que llegó acá podría. En la aduana me decian “ándate, que el olor es insoportable”
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“En los años 80 me decían “el loco del pistacho”. “Me decían que estaba loco, pero yo sabía que esta tierra tenía las condiciones climáticas perfectas para el pistacho. La primera experiencia la hice en una propiedad de quién entonces era mi suegra.
Las primeras yemas las traje dentro unas papas. Recuerdo que las papas llegaban podridas y en la aduana me decían, “ándate, que el olor es insoportable”.
En esa primera experiencia opté por levantar la mitad de las parras y coloqué la semilla melga por medio. Cuando las plantas comenzaron a producir fui eliminando las parras.
-¿Qué necesita el pistacho?
-Necesita un clima donde no falte el frio pero no un frio extremo sino entre 0 a 7 grados. Y además una época donde las temperaturas no bajen de 27 grados como es el verano sanjuanino. Además, poca precipitación. Pero lo más importante es que siempre va a tener gran demanda. El pistacho es un fruto seco con una demanda en plena expansión a nivel internacional y con un precio estable de 10 dólares por kilo. Y en nuestra región son muy reducidos los lugares donde las plantas se desarrollan plenamente.– ¿Cuánto demora una planta hasta empezar a producir?
– Con cinco años ya produce. Su madurez es a los 10 años. Y estamos hablando de una rentabilidad de un veinte a veinticinco por ciento, en dólares.

Hijo y nieto de analfabetos
Ighani es un hombre de llanto fácil.
-Yo me emociono mucho cuando hablo de mis padres. Ellos eran analfabetos, como lo fueron mis abuelos. Pero eran geniales, Tenían un sentido de la responsabilidad y del trabajo, increíble. Con 12 o 13 años se hacían cargo de una familia. Y la llevaban adelante y hacian que sus hijos estudiaran. Hoy veo a jóvenes de 30 años que ni siquiera pueden mantenerse ellos y que no asumen responsabilidades.
Carolina Cortez, jubilada como profesora de filpsofia.es desde hace veinte años su segunda mujer. La primera esposa le dio tres hijos: Daniel, que es profesor de equitación en San Francisco, Estados Unidos; Maximiliano, que hoy conduce todo lo relacionado con el cultivo del pistacho y la fábrica y Soledad, que lleva adelante la administración de la empresa. Sus hijos ya le han dado seis nietos.
“El año pasado –dice-, fui a la escribanía y puse la empresa (Privé SRL) y el usufructo a nombre de mis hijos. No creo en eso de darles la propiedad pero quedarse uno con el usufructo y manejando todo. Ellos tienen edad y conocimientos para hacer las cosas mejor que yo. Y el éxito y lo que produzcan será para ellos. Y si tienen que consultar algo siempre estaré yo pero cuando ellos lo pidan.”.
Pero Marcelo no se quedará sin trabajo.
El Señor Pistacho tiene planes aun más ambiciosos. Junto a inversores españoles y estadounidenses se han propuesto hacer 2 mil hectáreas de lo que llaman “oro verde”.
“ Vengo trabajando hace un año con gente de afuera y ellos compraron un terreno para olivos. Después empeoró la economía de España y ahora vamos a hacer pistado en un lugar espectacular.
-¿Hay lugar para otros inversores?
-Claro que si. Hay gente de Brasil que está invirtiendo. Otros que tenían otros cultivos se están reconvirtiendo. Creo que le vamos a cambiar la cara a San Juan. Yo sueño que con treinta mil hectáreas podemos duplicar la coparticipación de la provincia.
Los pistachos están por naturaleza libres de colesterol y grasas trans y son uno de los frutos secos con menor número de calorías y menor cantidad de grasas, además de contener la mayor cantidad de polifenoles antioxidantes.