El lunes próximo pasado a las 07:00 a.m. una jovencita de 11 años desapareció de su hogar al momento de salir para el colegio, dejando la mochila en la vereda de su casa.
Dentro de esa mochila había dejado un mensaje.
Inmediatamente, la Fiscal Coordinadora de la Unidad Fiscal Delitos Genéricos se trasladó a Caucete. Al mismo tiempo llegaba el Subjefe de Policía, el Escuadrón de Búsqueda y se movilizó la totalidad de efectivos policiales del Departamento, todo ello bajo el paragüas del Protocolo “San Juan Te Busca”.
Como parte del operativo se comisionó a personal del Ministerio Público Fiscal y de la Policía de la Provincia a la Terminal de Caucete y a la de San Juan.
Se ubicó a la niña en parte de su recorrido por medio de cámaras de seguridad y, finalmente, fue encontrada por una de las tantas patrullas que recorrían el Departamento.
Intervino Desarrollo Humano, la Asesora de Menores y se dio intervención al Juez de Familia.
Es decir, el caso exigió un enorme despliegue de recursos humanos y materiales, que no queda asentado ni registrado en ninguna oficina burocrática del Poder Judicial, registros que las más de las veces pretenden ser usados para la toma de decisiones.
Me hago cargo de que, para un burócrata se habrían malgastado recursos por no haber esperado 24 horas; claro está, son los mismos que después, en las confiterías hablan del caso Loan criticando las demoras.
Por eso, me parece bueno recordar aquella frase que se le atribuye a Napoleón, quien clasificaba a sus soldados en los inteligentes con iniciativa, a los que les asignaba la función de comandantes generales y estrategas; inteligentes sin iniciativa, quienes recibían órdenes superiores para cumplirlas con diligencia; ignorantes sin iniciativa, a quienes se los ponía al frente de batalla como carne de cañón; y por último, ignorantes con iniciativa, aquellos que tienen tendencia a actuar impulsivamente sin entender las consecuencias, con gran capacidad para crear caos y confusión, a quienes no se les asignaba función alguna, pues, más bien, los quería lejos de sus ejércitos.
Es decir, al estilo de Napoleón, ya lo he dicho repetidamente, creo que no hay recurso humano más dañino que aquellos llenos de ignorancia con gran iniciativa, o que, más que iniciativa, tengan una porción importante de poder, aunque sea prestado.
Los comandantes, es lo aconsejable, deben tomar distancia de esos “colaboradores” u “opinadores” llenos de ignorancia y con pretensión de proactivos. Creo.