- 14 de diciembre de 2024
El histórico regreso de San Martín a primera

La construcción de un hito a partir de un fuerte sentido de pertenencia y la devoción a la Difunta Correa
Fue una patriada para los libros de historia. Una final que difícilmente se vuelva a dar, con un choque cuyano para llegar a Primera División. Con el tiempo los futboleros sanjuaninos sabrán dimensionar un partido que será divulgado de generación en generación, como si fuera un cuento del “Negro” Roberto Fontanarrosa o una ocurrencia de Eduardo Sacheri.
San Martín regresó a la élite en unos play off que tuvieron mucho de épica.
Un Verdinegro al que no le sobró nada, porque no fue diseñado a base de figuras. El 2-0 en la batalla final de Córdoba ante Gimnasia de Mendoza será recordado por décadas.
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Al principio de temporada solo los más optimistas podían imaginar este desenlace. Ajustado por la crisis económica, el club armó un plantel, por ejemplo, con futbolistas de experiencia cuyas luces del éxito ya parecían apagarse, como el caso del delantero Federico González, y la apuesta por la sangre joven, como Matías Borgogno, que había sido suplente todo el año pasado y ahora le ofrecieron ser dueño del arco.
Casi un año después, el exartillero de Tigre hizo el primer gol del ascenso en Alberdi y el surgido en Vélez terminó la temporada siendo figura, una impronta que fue consiguiendo manotazo a manotazo. González vivió este casi cierre de su carrera junto a su familia en San Juan y el arquero nacido en San Francisco, Córdoba, logró este sueño tras rescindir el contrato con el Fortín para jugársela en el Verdinegro.
Los sanjuaninos del plantel
Además de Nico Pelaitay, los sanjuaninos que también jugaron varios partidos fueron el delantero Santiago Barrera y el volante Lucas Acosta. Otros que fueron parte del plantel inicial y que llegaron a estar en el banco de suplentes pero después no fueron tenidos en cuenta son: Nahuel Tejada, Leandro Regalado, Maximiliano Galván y Gonzalo Lucero.

Familia y pertenencia
La clave de este San Martín, construido sin estridencias y lejano a la preferencia inicial del futbolero medio argentino, fue el grupo. Todas las piezas del plantel –aseguran quienes viven el día a día en el Hilario Sánchez- encajaron en su justa medida y formaron prácticamente una familia. El sentido de pertenencia, contagiado por bases bien sanjuaninas, llevó a este equipo a ponerse el saco de candidato al final de la fase regular, en donde hizo 70 puntos y fue el segundo mejor equipo del Torneo Carlos Timoteo Griguol.
Después de la salida del “Pancho” José María Martínez de la conducción, ante las necesidades el Verdinegro agudizó el ingenio y en un cuerpo técnico de la casa encontró una identidad.
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El “Roly” Rodolfo Alberto Rodríguez, ídolo de los cuarentones y muchos más, fue parte de ese equipo que encabezó Raúl Antuña, uno que mamó desde niño la historia del club, porque no existe un San Martín sin el apellido Antuña. A ellos se sumó el cordobés Alejandro Schiapparelli, también exjugador de la institución, quien una vez retirado como futbolista decidió radicarse junto a su familia en la provincia. Y el “Tato” Fabián González, quien supo defender el arco en la B Nacional y ahora fue el consejero y entrenador del cordobés.
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Aquellas raíces fueron trasladadas al campo de juego por el capitán nuevejulino. Nicolás Pelaitay, que tiene una historia de sacrificio aparte, le aportó al equipo toda su madurez futbolística. Su invaluable sentido de pertenencia fue contagiando desde Borgogno hasta el resto del plantel, una semilla que con el diario del lunes ya no es difícil de sopesar en sus evidentes frutos.
Sebastián González se emocionó en una entrevista en el comienzo del reducido por el cariño que le entregan los hinchas y dijo que iba a dejar todo por esa camiseta.
Ezequiel Montagna expresó que el cariño que le dan los sanjuaninos “no tiene precio”.
Y el encargado de sellar esa comunión de los foráneos con el club sanjuanino fue el arquero, durante los festejos en Concepción, cuando aprovechó los micrófonos de los medios locales para cantar un clásico: “Ya se acerca Nochebuena, ya se acerca Navidad. Para todos los de Mendoza, el regalo es de papá”.
San Martín es el único club sanjuanino que…
-Venció a los cinco grandes del fútbol argentino (entre ellos un 6-1 a Boca y un triunfo en el Monumental ante River).
-Va por su octavo año en Primera de AFA.
-Ascendió cuatro veces a la élite del fútbol argentino.
-Jugó la Liguilla Pre-Sudamericana.
-Llegó a cuartos de final de la Copa Argentina.
-Tiene 27 títulos en la Liga Sanjuanina de Fútbol.

La devoción a la Difunta
Todo grupo exitoso cimenta su obra en el respaldo de la fe. Así, tanto los jugadores como el cuerpo técnico decidieron dejar en manos de la Difunta Correa aquello que no estuviera al alcance de sus posibilidades deportivas: como la suerte.
Tanto es el fervor por el ícono de la leyenda sanjuanina que, en la previa de la final, Montagna y Tomás Escalante subieron de rodillas las escalinatas que los llevaban hasta el santuario. Borgogno, por su parte, sale cada partido con una estampita de la Difunta en uno de los guantes.
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Además, cuando el plantel llegó a la provincia después de haber conseguido el gran objetivo, antes de ir a festejar al Hilario Sánchez pasó por Caucete a agradecer por el ascenso. Estuvieron varios minutos en el santuario y hasta regalaron alguna camiseta verdinegra. A los tres días, Montagna volió, pero esta vez caminando a cumplir una promesa individual y ofrendar otra camiseta.

Los contratiempos
Como les pasa a todos los seres humanos, en el camino a la gloria en el fútbol también surgen los contratiempos personales. En junio los ladrones ingresaron a la casa de Gino Olguín y además del daño material que le provocaron también se llevaron la mascota de sus hijos. Pese a la ayuda de los sanjuaninos en las redes sociales, el bulldog francés llamado Kobe no fue hallado y eso fue un golpe emocional para la familia del volante central.
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El “Purruco” Antuña, por su lado, tuvo un año durísimo. Hace diez meses perdió a su padre, Adolfo, histórico dirigente del club, a quien Raúl le dedicó, entre lágrimas, el ascenso. Este año también falleció un tío del DT.
Mientras que el goleador Nazareno Fúnez tuvo la desgracia de sufrir apendicitis cuando el equipo entraba en la etapa decisiva del reducido de la Primera Nacional. Fue operado y quedó afuera de las canchas. Pero 20 días después, gracias al esfuerzo de los profesionales de la institución y su propio sacrificio, pudo ingresar en el segundo tiempo de la final y fue el autor del segundo gol que llevó a Primera a los de Concepción.
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Antes de los play off casi renuncia Antuña y hubo conversaciones entre el plantel y el entrenador. En ese momento de crisis, lejos de desintegrarse, el grupo se fortaleció y esa unión y compromiso terminaron siendo pilares de un plantel que logró la hazaña. Una epopeya que será repetida por decenas de años en las mesas de los futboleros como el día en que San Juan le ganó una final a Mendoza para llegar a la máxima división. Tal vez estos jugadores todavía no cobren dimensión de que quedaron en la historia de una provincia.

Los más destacados de este ascenso
–Matías Borgogno (26) – rescindió contrato con Vélez, de donde surgió, y se hizo dueño del arco.
–Nicolás Pelaitay (31) – el capitán surgido del Verdinegro regresó el año pasado tras su paso por Estudiantes de Caseros.
–Sebastián González (32) – surgido en San Lorenzo, se fue al fútbol boliviano, pero volvió a San Martín a los pocos días, sin debutar, para pelear el ascenso.
–Santiago López García (27) – llegó al comienzo de este año desde Gimnasia de Mendoza.
–Ezequiel Montagna (30) – nacido futbolísticamente en San Lorenzo, regresó al Verdinegro tras su paso por el Trollhättan de Suecia.
–Nazareno Fúnez (23) – llegó prestado por Newell’s Old Boys a mitad del campeonato.

Un liderazgo forjado en la cosecha de la uva
Franco Nicolás Pelaitay sabe lo que cuesta trasladar 25 kilos de una gamela al tope de uva sobre el hombro, en pleno verano sanjuanino. Se crió ayudando a sus padres, Gloria Noemí Alfaro y Carlos Alberto Pelaitay en una humilde casa de 9 de Julio, mientras todos los días salía en colectivo para entrenar en el Verdinegro.
Carlos fue peón en distintos terrenos de aquel departamento. Siguiendo el ejemplo de su papá, Nico trabajó en la cosecha.
El hoy capitán del San Martín que volvió a Primera empezó a jugar a la pelota de la mano de un hombre conocido como “Chichí” Ochoa, a los 5 años. Ochoa era un vecino que descubrió que el volante central tenía talento y convenció a Carlos para que lo dejara ir a disputar los campeonatos callejeros. Al poco tiempo, Nico se puso la camiseta de Santa Rita, una escuelita de fútbol de 9 de Julio.
Jugando ahí, Pelaitay quedó seleccionado para un campeonato en Chile. Pero cuando volvió dejó de jugar en clubes y su tío Martín Alfaro lo llevó a participar, a pesar de tener 12 años, de campeonatos callejeros con hombres mayores. Recién a los 15 jugó un año en Atlético de la Juventud Alianza. Pasó de sexta división a cuarta y a primera local. Cuando terminó el campeonato, lo llamaron para hacer la pretemporada con el plantel del Argentino B en Ullum. Después lo invitaron a hacer una prueba en las inferiores de AFA en San Martín. Recién al segundo día que fue lo hicieron jugar y lo llamaron para que se incorpore al Verdinegro.
El mediocampista debutó en la élite de la mano de Rubén Forestello el domingo 12 de mayo de 2013, ante Argentinos Juniors. En 2015, pocos días antes del triunfazo 1-0 ante River en el Monumental, nació el único hijo que tiene con su esposa Noelia. Thiago hoy tiene 9 años y juega en la escuelita de San Martín.
Tras estar un año en Estudiantes de Caseros y perder la final por el ascenso ante Instituto de Córdoba, el capitán volvió a San Juan y se instaló en una casa de calle Mendoza, a pocas cuadras del club, desde donde gestó su plan para llevar a su equipo otra vez a Primera.

Jugó con Messi, manejó un Uber y ascendió con San Martín
La vida del “Negrito” José Luis Gómez parece una película. A los 31 años regresó a Primera con San Martín. Pero antes tuvo un camino con altibajos muy marcados.
El santiagueño fue parte del plantel verdinegro entre 2014 y 2015. Ahí Lanús posó su mirada en el surgido en Racing. En el Granate disputó la final de la Copa Libertadores 2017, que el club de Buenos Aires perdió ante Gremio de Brasil.
También fue convocado para disputar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro con la Selección Argentina en 2016. Además, en la Albiceleste se dio el gusto de jugar algunos partidos con Lionel Messi.
Después de la derrota en la Libertadores sufrió problemas emocionales que lo llevaron a bajar su nivel. Tuvo un breve paso por Huracán, en donde no llegó a debutar oficialmente y de regreso a la Academia de Avellaneda jugó en la reserva. Antes de eso estuvo un tiempo sin pisar las canchas por un cuadro de anemia y hasta trabajó de Uber, para sobrevivir.
En el inicio del 2024, al lateral derecho lo llamó San Martín y decidió regresar al lugar en donde fue “feliz”, como lo describía en posteos de redes sociales. Fue suplente del “Chaco” Alejandro Molina pero jugó algunos partidos, contribuyó para otro histórico ascenso y volvió a ser feliz con el fútbol.

Los sanjuaninos coparon Alberdi
En el club calculan que a Córdoba fueron cerca de 12.000 hinchas de San Martín. En su mayoría se ubicaron en la popular Sur del estadio Julio César Villagra, en donde la capacidad se vio colapsada y muchas personas siguieron el partido pegadas al alambrado. Otros fueron a la platea Este. El Verdinegro llevó más hinchas que Gimnasia de Mendoza.
De la terminal de ómnibus salían tantos colectivos que las empresas tuvieron que poner refuerzos, totalizando unas 20 unidades. También salieron cuatro colectivos particulares desde el club y muchos hinchas se movilizaron en autos y motos hasta Alberdi. Hubo un sanjuanino que se fue en motocicleta desde La Pampa, un par de hombres que llegaron desde Tierra del Fuego (uno en avión y otro en auto) y hasta correntinos que son hinchas del club de Concepción porque heredaron esa pasión de su abuelo sanjuanino.

Son un equipo: el ídolo y la influencer
Sebastián González es el más mimado por la hinchada. Cada vez que es sustituido en los segundos tiempos, desde todas las tribunas baja el “olé, olé, olé, Pulpo, Pulpo”. Adentro de la cancha sus pinceladas y aportes desde los tiros libres fueron un sello de este San Martín 2024.
En esta etapa en donde cosecha los frutos por su fidelidad hacia el buen juego no solo es acompañado por su hermano, el exBoca Diego González (estuvo en San Juan en la semifinal ante Nueva Chicago), también es seguido de cerca por alguien que calma la ansiedad de sus fans. Su novia, Ignacia Ortiz, es una influencer chilena que es muy seguida por los hinchas verdinegros en TikTok, porque muestra los momentos previos y posteriores del “Pulpito” en cada partido.
Ignacia fue quien en la última parte del campeonato fue mostrando desde el punto de vista de las parejas de los futbolistas cómo vivieron, desde la Platea Oeste alta, las series de play off hasta llegar a la final. Inclusive viajó un día antes de la final a Córdoba junto a las novias de otros jugadores. Ellas se instalaron en una cabaña y prepararon un asado para esperar el ascenso. Todo quedó registrado en video por Ortiz.


De jugar en Primera a vivirlo como un hincha más
A sus 30 años Lucas Salas disfrutó la final por el ascenso como un hincha más. Se puso la vestimenta oficial con su nombre, de cuando jugaba en Primera con el Verdinegro, y se fue a la popular. Acompañado de Federico Paz, otro ex San Martín, a Luquitas se lo vio cantando durante todo el partido al ritmo de la hinchada.
El talentoso jugador surgido del club, y cuya incursión profesional con esa camiseta se dio en dos etapas, hoy juega en ligas menores de Europa. Paz, por su parte, sigue en el fútbol ecuatoriano. Los dos festejaron con euforia y emoción el histórico triunfo ante los mendocinos.
“Cumplí mi sueño una vez más, mirando a mi equipo ascender desde la tribuna. ¡Fui más que feliz! Gracias San Martín de mi vida por esta alegría tan grande”, escribió Salas en sus redes sociales.
La cábala menos pensada
Hay una cábala desconocida por quienes no viven el día a día adentro del club. Se trata del perro de un trabajador de San Martín. Allegados a la institución aseguraron que antes de cada partido abrían el portón para acondicionar la cancha y la mascota no solo que ingresaba al césped, sino que daba una vuelta olímpica y salía. Entonces en el Verdinegro ya sabían que a ese partido no lo perdían. Justamente contaron que los días en los que no quiso entrar fueron en las derrotas con Quilmes (0-3) y Racing de Córdoba (1-2). En la previa del choque con el Cervecero hasta lo quisieron convencer ofreciéndole pedazos de milanesas, pero prefirió quedarse afuera. La suerte estaba echada.