- 7 de diciembre de 2024
Cómo cambió la fisonomía urbana por la necesidad de seguridad

Rejas, muros y persianas pasan a ser parte del paisaje
En el orden de prioridades, el diseño arquitectónico quedó atrás. La urgencia y el desconocimiento generaron importantes modificaciones en los últimos 30 años. Entre el avance de la delincuencia y un encierro que afea a la ciudad. Lo que dicen reconocidos arquitectos
De casas amplias de adobe y caña e imponentes cornisas en fachadas libres previo a 1944, al vuelco total post-terremoto. De aquella histórica reconstrucción de San Juan donde germinaron las viviendas chatas y modernas, limitadas por las reglas de la sismorresistencia, a esta actualidad entre rejas, alambres de púas y rigurosos cierres perimetrales. Así cambió San Juan por la influencia de la inseguridad.
Los crecientes ataques contra la propiedad en el país, de los que la provincia no es ajena, derivaron en un drástico cambio en la fisonomía de edificios y en la delimitación de espacios públicos, cerrados con paredes o alambrado olímpico.
En las últimas tres décadas, este hecho social repercutió profundamente en la arquitectura del Gran San Juan y alteró el diseño urbano.
Los destacados arquitectos Héctor Muñoz Daract, Alicia Malmod y Guillermo Velasco repasaron los cambios que advirtieron en los últimos años. Los tres le dijeron a El Nuevo Diario que para ayudar a mejorar la seguridad no es necesario aislarse en barrios cerrados, sino propiciar espacios más inclusivos.

Sociedad tras las rejas
Como principal barrera para eludir los escruches y las entraderas, los ciudadanos eligen colocar rejas para cerrar el frente de sus propiedades y también en las ventanas de las casas. Pero este método, ¿es completamente seguro?
“Todos sabemos lo que cuesta poner rejas y de repente vienen los ladrones y con muy poco esfuerzo las levantan. La gente cree estar segura pero en realidad no lo está. La reja es totalmente innecesaria, sirve para afear la arquitectura”, opinó Muñoz Daract.
Para el prestigioso profesional, “el tema de la seguridad traducido en arquitectura tiene un componente de carácter cultural” que redunda en la creación de “espacios de seguridad virtual”.
“Hay una generación de espacios de seguridad que no existen. Los ladrones van a trepar esos metros de altura porque están ocupados al cien por ciento en ver cómo vulneran esas barreras. Pero la gente no puede pensar todo el tiempo en cómo evitar que eso pase”, explicó.

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Malmod, por su lado, dijo que “la primera señal de los tiempos que corren en términos de inseguridad es la aparición de rejas que impactan incluso en los monumentos, en las esculturas de carácter patrimonial, en los espacios públicos” y referenció lo que ocurre, por ejemplo, en la plaza 25 de Mayo.
“El tema de los ‘espacios públicos enrejados’ podría plantearse conceptualmente como una contradicción en varios sentidos: en su supuesta accesibilidad, en su carácter de espacios abiertos a la comunidad, principalmente. Sin embargo, las situaciones de contexto parecen plantearlos como un requerimiento (como en el caso del parque de Rawson y el de Chimbas)”, contextualizó la docente e investigadora de la Universidad Nacional de San Juan.

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Mientras que Velasco, decano de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNSJ, consideró que la colocación de “rejas, alarmas y el levantamiento de muros altos –en las viviendas- son decisiones personales que no afectan la cuestión que se debe pensar en forma masiva” respecto a la planificación urbana.
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Daniel Cárcamo, referente de Huarpe Seguridad, reconoció que una barrera “nunca va a anular por completo el intento de invasión a la propiedad, pero se busca mitigar el daño o producir un retardo” en el acceso. “Entonces una persona puede poner una reja de un hierro de un centímetro –de espesor- y si se necesita un cricket para abrir ese espacio ya se le está aumentando la dificultad al ladrón”, aclaró.
Cárcamo contó también que las rejas que son tapadas por una chapa en algunas casas generalmente derivan de un pedido que le hace el propietario a los arquitectos para que contemplen en el diseño una cierta obstrucción de la visibilidad hacia el espacio exterior de la vivienda.


La realidad de los barrios cerrados
“Hay barrios privados que ofrecen un modo de vida distinto. No sé si es correcto cambiar el modo de vida de los sanjuaninos”, apuntó Muñoz Daract, y consideró que la construcción de esos núcleos habitacionales no “son para una mejor seguridad, sino para la búsqueda de prestigio”.
Malmod opinó que no es bueno “en términos de impacto urbano la presencia de barrios cerrados, una propuesta inmobiliaria de larga data en la provincia, en la que una de las principales cualidades ‘que se vende’ es la seguridad, aunque los hechos demuestren que tal blindaje no existe”.
“Esas intervenciones urbanas generan fuertes situaciones de fragmentación y segregación en la ciudad, no sólo por sus muros de contención que marcan un adentro y un afuera, sino sobre todo por la usual interrupción y discontinuidad que provocan en la trama urbana, afectando la accesibilidad en general”, graficó la docente.

Velasco también expresó que la irrupción de esos barrios “lo que hace es fragmentar la ciudad” y que “no es la solución” a los problemas de inseguridad.
Para Muñoz Daract “muchas de las casas que últimamente se hacen en San Juan son para exponer estatus, que llega a los ojos de los delincuentes y son como caramelos detrás de las vidrieras. En los barrios privados hay una competencia por ver quién tiene la mejor casa y quién la muestra mejor, con esos grandes ventanales que desnudan lo que hay en el hogar”.
“De un tiempo a esta parte las casas tienen que exponer su poder económico, porque es una forma de decir ‘aquí estoy’. Eso también ayuda a que la inseguridad avance, afeando la arquitectura”, completó el arquitecto.

“Las casas sanjuaninas eran más sanjuaninas hace 30 años”
El decano de la Facultad de Arquitectura aseguró que una forma de combatir la inseguridad es con el “diseño de ciudades más accesibles, en donde se integren distintos espacios”. “Es importante hacer ciudades inclusivas, que resuelvan no solo un tema de seguridad sino también otros aspectos como favorecer el acceso de toda la población a espacios seguros, vivibles y con mejor diseño”, sumó.
Un ejemplo de obra inclusiva –según Velasco- es el predio ferial en Chimbas, cuyo objetivo “no era solo recuperar una zona que estaba marginal, sino a la vez incorporar un elemento de vinculación con el resto de la sociedad”.

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“La inseguridad no se mitiga solo con la presencia de barreras físicas sino, sobre todo, con la presencia de personas en las calles, de diseños que eviten la generación de áreas que quedan aisladas o sin vida en determinados horarios”, aclaró Malmod.
La profesional argumentó que “en tanto promovamos diversidad de usos en un área (comercial, residencial, administrativa) conseguiremos un nivel de flujo de peatones o de vehículos en distintos horarios que aportarán a la construcción de seguridad. La presencia y circulación de personas contribuyen, en parte, a esa seguridad buscada”.
Pero “extensos tramos de vías, sin viviendas o edificios frentistas generan situaciones de inseguridad (como en calle Nuche, detrás de Ausonia), aún estando iluminadas. Áreas monofuncionales-administrativas, como Ignacio de la Roza en el entorno de la Municipalidad de la Capital o del edificio 9 de Julio, quedan vacías de circulación en determinados horarios, promoviendo situaciones de inseguridad”, se explayó.
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Muñoz Daract, por su lado, apuntó también a una pérdida de la identidad en los diseños de las casas. “La arquitectura sanjuanina, así como tuvo un marcado y reconocido éxito por la estructura fundacional, le quitó la estructura de localía. Nos quedaron estructuras sismorresistentes solo desde lo conceptual y lo material”, consideró.
Además, sentenció que la arquitectura “desde el punto de vista expresivo ha tenido un retroceso” y que hoy las casas son construidas “como si fueran maquetas de cartón, todas iguales”.
“Las casas sanjuaninas eran más sanjuaninas hace treinta años. Ahora se hacen mirando revistas –foráneas- y terminan siendo viviendas que pueden estar en San Juan, en Miami o Punta del Este”, concluyó el profesional.


Rejas que son obras de arte
Pese al encierro que advierte, Héctor Muñoz Daract aclaró que “hay rejas que son fantásticas, que son obras de arte. Cuando alguien pasa por primera vez por el Club Ausonia y ve las rejas está en presencia de una obra de arte. Eso es compatible y es parte de la arquitectura”.
“La casona de la calle General Acha pasando Circunvalación –en Trinidad- tiene unas rejas que son fantásticas y las rejas de la escuela Normal Sarmiento también son una obra de arte y son parte integrante de la arquitectura”, sumó.
El arquitecto destacó la importancia de “consultar” con profesionales previo a la colocación de las rejas, para que estén “integradas al diseño de la casa”. “Una obra que es un implante sin ningún carácter estético puede convertirla en la casa más horrible. Pero si va de la mano con el edificio es una obra de arte”, expresó.

“San Juan tiene una muy buena arquitectura”
“San Juan es una ciudad que nace con el movimiento moderno -estilo arquitectónico desarrollado en el mundo entre 1925 y 1965- después del terremoto del ‘44 y que ha mantenido esa impronta, siendo reconocida a nivel nacional”, detalló Guillermo Velasco.
El decano de la FAUD la describió como “una ciudad moderna que se va adaptando a todos los movimientos arquitectónicos posteriores a la fecha que marcó a todos los sanjuaninos”. “Sin dudas tiene una muy buena arquitectura que se ve condicionada también por la sismorresistencia, un elemento que nosotros como profesionales debemos respetar cuando realizamos los diseños”, aclaró.

Lo más elegido para la seguridad
Daniel Cárcamo contó que para “establecer ciertas barreras dentro de sus casas” los sanjuaninos eligen rejas u otras formas para “anular la visibilidad hacia los movimientos que pueda llegar a tener”. “También se apoyan en sistemas de alarmas. Es lo que estamos viendo hoy en materia de seguridad privada”, aseguró.
“Hoy se utilizan mucho las cámaras térmicas, que detectan a las personas. Tienen la capacidad de conectarse a una red de Wi-Fi y enviar la imagen. Ahorran energía, porque solo se activan con los movimientos y comienzan a grabar ahí, para no ocupar espacio”, detalló el experto en seguridad.
Cárcamo recordó que también está “el sistema integrado con cámara común, con un buen DVR para archivar las imágenes”. “El DVR debe estar en alguna especie de caja fuerte o en un lugar seguro, fuera del alcance del que ingresa a la vivienda”, aconsejó.